Palabras
de Jeannette Miller en el lanzamiento de Cuentos de Mujeres,
Gracias a Dios porque nos permite estar
hoy aquí. Gracias al Grupo Santillana en la persona de Ruth Herrera por
relanzar este libro que para mí significa mucho. Gracias inmensas a Luis Martín
Gomez, excelente escritor y periodista, que ha demostrado conocer los
intríngulis de Cuentos de Mujeres mejor que yo. Gracias a Yanela Hernández, a
quien vi crecer en el arte y que hoy leerá algunos de mis cuentos. Gracias a
Verónica Sención por recibirnos de nuevo en este Foro Pedro Mir. Y gracias a
todos ustedes por acompañarnos en este intento de hacer algo positivo.
Los mejores momentos de mi niñez se dieron
alrededor de mis tías abuelas, las Otero, quienes vivían contando cuentos.
Algunos eran sobre asuntos familiares; otros, inventos que iban surgiendo
mientras subía la noche y nos cubría la claridad de la luna creando una atmósfera
de espíritus y fantasmas que eran los protagonistas de narraciones insólitas,
no exentas de situaciones jocosas y de verdades sangrientas que nunca pude
comprobar.
Mi padre era cuentista, quizás ese fue
otro referente de mi vocación.
Cuando entré a la adolescencia comencé a
escribir poemas impulsada por la necesidad de decir cosas que no se podían
hablar durante el régimen de Trujillo. La poesía era capaz de esconder o
metamorfosear mi rechazo a la dictadura, el dolor por el asesinato de mi padre
y otras circunstancias que marcaron mi primera juventud, llenándola de
tristeza, oscuridad y miedo.
Al mismo tiempo apuntaba ideas sobre
personajes que me impresionaban y a los que imaginaba en ambientes y
situaciones distintas. Sin darme cuenta
estaba escribiendo cuentos, pero no les hacía mucho caso.
No fue sino con el paso de los años que me entró la necesidad
de terminarlos. Era la urgencia de establecer un puente a través de hechos,
situaciones y personajes que me resultaban significativos. Era dar poco a poco
la historia de mi vida en las experiencias de otros que, de una manera u otra, me tocaban.
Cuentos de Mujeres, que en realidad
significa “cuentos hechos por mujeres”. Son los cuentos que se cuentan entre
hijas y madres, tías y abuelas, vecinas y amigas y que forman parte de un mundo visto
por mujeres, con sus perspectivas y puntos de vista, con sus enfrentamientos y
valentías, con sus risas y sus burlas; pero también, con sus dramas, sus odios
y temores.
Son mujeres que cuentan lo que padecen para
desahogarse, para definirse, para defenderse, para comunicarse, para que las
entiendan, y para poder lograr apoyo y solidaridad. Son mujeres de ayer y de
hoy, unidas en el enfrentamiento de un mundo que no las favorece, y que en la
mayoría de los casos las abusa, para luego condenarlas al fracaso.
Por un lado, veremos protagonistas, tanto masculinos como femeninos,
atrapados en sitaciones de oscuridad como el desempleo y el hambre, y sumidos
en la ambición, en el autoritarismo, y en la discriminción. Pero también
conoceremos mujeres y hombres que logran sobrevivir por su amor a los demás, por querer lograr la
rectitud, lo bien hecho, aunque sea a base de sacrificios; y aquí entran
especialmente las madres que quieren entender a sus hijos, establecer puentes
con ellos derrumbar el muro generacional para poder advertirlos.
El libro incluye mujeres
violadas, engañadas, discriminadas, al borde de la locura… aunque las situaciones que ellas viven
les quedan cortas a los niveles de abuso contra la mujer que nuestra sociedad
actual permite, y que nos deja cada vez más perplejos.
Sí, en un contexto de
violencia general como el que vivimos, la mujer es el último eslabón de la
cadena.
Una mujer no puede decir a un
hombre que lo va a dejar porque la mata, y en el peor de los casos la mata con
sus hijos, que también son de él. Y al oír los detalles de lo acontecido
descubrimos que ella había puesto querellas ante las autoridades por amenazas y
maltrato, por golpes y fracasados intentos de asesinato, Y al hombre, sí, lo
habían apresado, pero para soltarlo a los 60 días, por lo que al salir fue
directamente y con más rabia, a
realizar el crimen que no había podido perpetrar.
En Cuentos de Mujeres aparecen
conatos de las situaciones que acabamos de enunciar, pero el libro también
presenta momentos de bondad, de belleza y de verdad, que son los que equilibran y justifican
la existencia. Hombres y mujeres buenos y considerados; hombres y mujeres
fieles; hombres y mujeres que arriesgan su vida por los demás; éstos junto al
amor incondicional de las madres, la atención a los envejecientes, la fe en
Dios, van creando un oleaje de situaciones que se alejan y se acercan logrando
una dinámica similar a la vida.
Antes de terminar quiero repetir que en un
mundo como el de hoy, donde se ha perdido la ternura, pero, sobre todo, la
esperanza, deseo de todo corazón que estos Cuentos de Mujeres ayuden al lector
a redescubrir y valorar su potencial de amar y perdonar, y sobre todo, lo
ayuden a revivir esa espiritualidad que todos tenemos escondida, de manera que
a la hora de escoger, podamos decidirnos por ese esplendoroso camino de luz que
siempre tenemos en frente.