jueves, 25 de agosto de 2016

Entre la sobrevivencia y el miedo: mujer, literatura, globalización y disidencia.


Por Jeannette Miller

Conferencia magistral pronunciada en el XIII Congreso de Literatura de la AILCFH. 2002.

Por su ubicación geográfica,  en el corazón de las Antillas, República Dominicana  ha gozado de un entorno  paradisíaco, donde la piratería, en todos los órdenes, ha entronizado como leyes “el azar y la violencia”. Terreno ideal para trasiego y trueque, nuestra historia ha estado marcada   por hechos convulsivos. Nos hemos visto obligados a  crecer entre  gobiernos cortos, dictaduras largas,  ciclones, terremotos  y ocupaciones, condicionantes que nos han  hecho como  lo que hoy somos, y que el gran pintor dominicano Eligio Pichardo definió como Sobrevivientes de Barlovento.
Nuestra cultura, muy similar a  las Antillas de habla hispana, Cuba y Puerto Rico, se diferencia de éstas por el alto grado de mezcla racial que se ha llevado a cabo entre negros y blancos. Esta  particularidad ha aportado una serie de variables que se hacen sentir en el área de las simbolizaciones.
La lengua, instrumento básico de la creación literaria y de la cultura,   se ha enriquecido con vocablos, ritmo y significaciones que la singularizan. Hablamos y escribimos  un español dominicano.  
Estas condicionantes han  dado forma a la identidad dominicana, una identidad que desde nuestra declaración de independencia, el 27 de febrero de 1844, ha venido edificándose como sinónimo de dominicanidad. 
Dominicanidad  es un término en permanente definición pautado por la búsqueda de lo que somos; en consecuencia, la dominicanidad no podría  construirse sin el registro de nuestras costumbres, creencias y formas de enfrentar la vida.
Pero como no tener idea de lo que se es, resulta una condición definitoria del hombre globalizado de hoy, la lucha por mantener esa memoria, rescatarla y difundirla, es una lucha de sobrevivencia.
Latinoamérica como diversidad cultural, como caos político y económico, se presenta ante la aldea global como terreno ideal para la diversión y la devastación. Lo típico, un concepto que nos pone en la palestra mundial llenos de colorines, música, ingenuidad y subdesarrollo, nos confirma como un destino atractivo para vacaciones y negocios jugosos; en este orden de ideas, el Caribe, con sus islitas paradisíacas, ron, playas, cocoteros y clima cálido, se destaca como punto prioritario en las agencias de viajes de los países desarrollados a nivel de guías turísticas e internet. Pero, ¿y nosotros?
Nosotros para ellos, somos los ciudadanos de ningún lugar, los mulatos sin historia, los cuerpos cimbreantes, la carne de matadero que disfrutan en un momento y que luego tratan de olvidar con cierto complejo de culpa.
Nosotros para nosotros, somos los "sobrevivientes de Barlovento", los resucitados de los huracanes y los terremotos,  los aprendices del trasiego y  la trampa, los ganadores-perdedores de las revoluciones y los levantamientos, los resultados de mezclas permanentes donde, por lo menos en La Hispaniola, no quedan vestigios indígenas, porque ya, a un Siglo de la conquista fueron exterminados, y donde la negritud, que no admitimos porque todavía se asocia con esclavitud, es un elemento clave en nuestras manifestaciones.
Pescar en mar revuelto, mantener la nebulosa que cubre nuestra verdadera historia, ha sido y es un objetivo de primer orden para los que nos compran y nos venden.  
Nuestras respuestas se enfrentan a un diseño economicista globalizante que persigue borrar las particularidades culturales con fines  de crear un mercado absoluto. En este contexto nuestra situación  es de consumidores pasivos y servidores, en un mercado  donde lo que ofrecemos no tiene cabida, a priori.
Nuestros productos culturales, sólo son aceptados en su versión inofensiva de objetos decorativos y folklóricos, restándose trascendencia o ignorando aquella producción que establece competencia y contradicción. 
Insertos en este proceso de lucha permanente, los escritores y escritoras dominicanos han tejido registros de lo acontecido, permitiéndonos hurgar en nosotros mismos y en nuestro devenir histórico,  y aportando así, respuestas a las eternas preguntas: quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos.
Procesos de independencia, dictaduras, invasiones; mezclas raciales, mulataje, negritud;  ciclones, terremotos, depredación…han ido forjando una identidad abierta y contestataria,  unos seres humanos  creativos que producen alternativas ante situaciones devastadoras.
Esos seres humanos han producido textos que registran, además, una realidad subyacente en que la sublimación de la vida y la muerte, de la  felicidad apenas atisbada se mantiene como filosofía de vida. En la producción de estos textos las mujeres han jugado y juegan un papel preponderante,  pues han sabido utilizar  ese  tono de sensibilidad que las permeabiliza ante la verdad; esa especial capacidad de llegar a conclusiones; ese apabullante sentido de síntesis; ese conocimiento profundo de la realidad
Si echamos un vistazo a nuestra historia literaria vemos que hasta hace poco se resumía un siglo de literatura dominicana hecha por mujeres en cuatro o cinco nombres. Es sólo en los últimos treinta  años cuando se ha ido abriendo el abanico y los nombres ignorados se han presentado al conocimiento de las generaciones actuales.
Y es que ese hombre sometido produce a su vez una sociedad dictatorial o paternalista que anula, pretendiendo ignorar, la participación de la mujer. En este patrón social, el carácter contestatario del oficio literario resulta peligroso    
Basta con que una mujer diga es escritora para que inmediatamente se le catalogue como disidente social. No importa que llene a plenitud la función hogareña y hasta la profesional, desde el punto de vista de la productividad económica.   Inmediatamente esa mujer exige  tiempo para escribir, está subvirtiendo el papel que nuestra sociedad le asigna, haciéndose acreedora de enfoques peyorativos, que  ante todo persiguen culpabilizarla.
En el otro extremo, esa misma sociedad  ofrece apoyo al hombre para que participe en la oferta cultural de manera exitosa. Los hombres dirigen las publicaciones, encabezan las instituciones, forman capillas, se reparten los premios, se empujan a los puestos académicos… y  sólo cuando  el trabajo de una mujer demuestra mayor calidad que la obra media masculina, ésta logra que se le  mencione sin  ubicaciones de género junto a los varones que hacen lo mismo que ella
Pero todos sabemos que los textos hechos por mujeres han jugado un papel preponderante en nuestra literatura.     .
Salomé Ureña fue una de las figuras más importantes del llamado Renacimiento Dominicano que se produce a fines del Siglo XIX, después del afianzamiento de nuestra Independencia. Su poesía, que trató temas patrióticos, históricos y civilistas, es uno de los más altos referentes de la producción de esa época. Fue una de las primeras discípulas de Hostos y  pionera de la educación secundaria para mujeres, sistema en el que aplicó los criterios del positivismo.
Igualmente, el  modernismo dominicano tiene una de sus grandes figuras en Altagracia Saviñón, quien al publicar Mi Vaso Verde en 1903 asegura un lugar permanente en nuestra  literatura. 
Ensayistas como Flérida de Nolasco y Camila Henríquez Ureña ocupan la primera mitad del siglo XX; Nolasco registrando nuestras costumbres y nuestro folklore, Camila Henríquez realizando una obra crítica que importantiza  el papel de la mujer, distinguiéndose además, como una teórica del feminismo.
Dentro del grupo de españoles y judíos que llegaron al país a lo largo de la década de 1940, María Ugarte, periodista, historiadora y crítica de arte,  se convierte en una de las figuras principales en el rescate y registro del  patrimonio arquitectónico colonial. Directora por más de 30 años, del Suplemento Cultural del periódico El Caribe, Ugarte ayudó a la formación de grupos literarios como la Generación del 48, y a movimientos artísticos como Proyecta y Nueva Imagen. 
En 1943 surge el movimiento La Poesía Sorprendida que perseguía una puesta al día con los lenguajes universales y publica una revista con el mismo nombre. Casi al mismo tiempo salen los Cuadernos Dominicanos de Cultura. En estas publicaciones, las más importantes de la época, se dan a conocer los primeros textos de dos grandes nombres de la literatura dominicana: Hilma Contreras y Aída Cartagena.
Los cuentos de Hilma Contreras proponían una hechura moderna  que rompía con el anterior realismo de la tierra.  La escritora presentaba situaciones sustentadas por  un tejido sicológico que a veces tocaba lo surreal e introducía en la literatura dominicana los patrones del existencialismo.  Sus ambientes e imágenes  formaban la nebulosa del cuento, donde rechazo, violencia y  muerte, se vestían de un ropaje cotidiano en que  los detalles  alcanzaban proporciones de tragedia. Otra característica que definía su obra era que las mujeres eran el centro de sus narraciones.
Por su parte, Aída Cartagena sorprendía con una poesía en la que introducía elementos gráficos y coloquiales, logrando textos contemporáneos que comunicaban verdades como la soledad y el rechazo, y que la ubicaron como una de las figuras más relevantes de la Poesía Sorprendida. Poeta, novelista, cuentista, crítica de arte, cineasta, editora, Cartagena formó parte de la vanguardia literaria dominicana hasta su muerte, en 1994.
Después del ajusticiamiento de Trujillo en 1961, la rapidez de los cambios que experimentaba una sociedad en convulsión produjo cuentistas y poetas como Grey Coiscou y Jeannette Miller. Estas escritoras trabajaron los atropellos, las persecuciones y las muertes cotidianas, propias del régimen. Más tarde plasmarían el desencanto producido por la convicción de que toda esa lucha sólo había servido para que la injusticia cambiara de  nombre.
En 1965, y después de la contienda de Abril, surge el grupo de los escritores de Post-Guerra. Entre ellos, Soledad Alvarez incursiona en la poesía y el ensayo. Sus versos de cuidada factura, son los primeros en trabajar el erotismo como eje existencial, dentro de una atmósfera ritual llena de  trascendencia.
En la década de l980 el primer libro de cuentos de Ángela Hernández (Alótropos,1989) causa revuelo. Esta autora también publica poemas y ensayos, pero es su prosa poética la que conmueve, al abordar situaciones comunes entroncadas en un tejido espacio-tiempo que traspasa la inmediatez y se convierte en eje totalizante.  Novelista de éxito, editora, feminista… la obra de Ángela Hernández resulta un referente obligatorio para conocer la literatura dominicana de los últimos veinte años.
Casi al mismo tiempo, Chiqui Vicioso, Martha Rivera, Carmen Sánchez, Ylonka Nacidit, Carmen Imbert, Ligia Minaya, Emilia Pereyra 
y muchas otras más, dan forma a una producción contemporánea que abarca teatro, novela poesía, cuento… demostrando niveles de calidad.
Ellas se enmarcan en un período en que los derechos de la mujer se han establecido y luchan por su lugar  con trabajos que se nutren de la literatura dominicana anterior y de los textos universales que sirven a su concepción estética, creando nuevos referentes que se relacionan con su propia vivencia y con los elementos que definen su época. Todo es posible en estos escritos que echan a un lado el estigma de la “vergüenza femenina” para construir  opciones diferentes.
Es innegable que las escritoras dominicanas han producido muchos de los mejores textos de la literatura nacional y esa producción debe ser objeto de estudio, rescate y difusión. A esto ayuda que la literatura hecha por mujeres se encuentra hoy en su mejor momento puesto que ya existe un mercado para los textos femeninos. Pero ¡ojo!. Cuidado con caer en la trampa de la demanda, que una vez que te envuelve, te pauta, te exige, te manipula. Recordemos que el mercado global tiene su idea de lo que debemos ser: folklor, erotismo, tipicismo  intrascendencia, placer, divertimento; nunca competencia y contradicción. 
No perdamos de vista que, ante todo, escribir es un oficio de soledad, y la hechura del texto,  un proceso de encuentro y liberación.
Los dominicanos hemos vivido en medio de una contienda cultural,  donde el manejo permanente de la crisis nos ha hecho contestatarios.
Erotismo, religión, rechazo a las nuevas formas de agresión, indefensión social,   bestiarios,  tratamientos orgánicos y sensualistas,  mezclas de lo culto y lo popular, imágenes mutantes mezclando los mitos grecolatinos con las creencias africanas, personajes de la nueva cultura televisiva, testimonios de  las condiciones de vida de los más necesitados, cotidianidad política, alienación propagandística, injusticia social y sometimiento de la mujer… son las   alternativas que hoy nos ponen a pensar, que nos permiten dudar y por lo tanto nos ayudan a entrar  al acto reflexivo  de la libertad.
Esa libertad es la única opción que nos permite existir y permanecer, enriqueciendo y afirmando la memoria cultural de nuestra nación
Las escritoras de hoy encabezamos esas respuestas.
Las escritoras dominicanas somos sobrevivientes de la sobrevivencia. Focos de luz en medio de una noche inmensa de agresiones y sometimientos. Hemos mantenido la memoria a golpe de zarpazos. Nos hemos enfrentado al exterminio, defendiendo lo que somos. Hemos salido vivas de las tumbas que nos cavaron desde siempre. Y aquí estamos.



Poesía y pintura dominicanas: una relación que permanence.



Por Jeannette Miller

Ponencia en el Primer Congreso Crítico de Literatura Dominicana. 1994.

En numerosas ocasiones se ha calificado un cuadro de poético y un poema de pictórico, sinembargo la relación entre poesía y artes visuales va más allá de una frase hecha, que muchas veces nos saca de apuros frente a la incapacidad de precisar sobre determinadas imágenes.
No es mentira que leyendo un poema nos han surgido asociaciones entre la palabra del poeta y el modo visual de determinado pintor o dibujante; una afinidad de temas y estilos, de lenguajes que podrían resultar equivalentes por actuar como  traducción el uno del otro. Esta familiaridad, aunque se ha dado dentro de marcos epocales y generacionales, muchas veces ha trascendido estos parámetros
Dentro de estas coincidencias espontáneas o voluntarias, las hay de estilo y de tema; se puede coincidir en tema y no en estilo, o en estilo y no en tema.   Muy pocas  veces la coincidencia es total.
Cuando nos referimos a un poema y hablamos de estilo pictórico, hacemos hincapié en que utiliza metáforas visuales, imágenes coloristas y gráficas  que remiten a una asociación de forma y color donde los elementos se encuentran  sostenidos en el espacio. En la poesía pictórica lo descriptivo es preponderante.
Al calificar un cuadro de poético aludimos a la capacidad lírica de su interpretación visual, es decir ” a la relación entre el yo y el mundo circundante”  que establece el pintor, a su personal  interpretación del mundo y de las cosas. Bajo este entendido, olvidamos  que también es poesía lo épico y  lo dramático.
Además de la identificación de temas y modos de plasmar esos temas, no ajena a los nexos de época y  por lo tanto de ideología;  es innegable que la afinidad entre pintura y poesía se ha producido  por esa necesidad de complementación entre lo verbal y lo visual.    
Tres tipos de correspondencia: la involuntaria o coincidencial, la epocal- generacional  y la intencional,   se han venido  produciendo a lo largo    de la historia de la cultura. En este trabajo se aluden indistintamente algunos de los que se han producido en nuestro país, en interés de crear un marco de referencia que pueda ser profundizado en el futuro.
De los primeros nexos entre poesía y pintura nos habla Emilio Rodríguez Demorizi  en su libro Pintura y Escultura en Santo Domingo, citamos: “... a la Oda a la Industria Agrícola de José Joaquín Pérez, corresponde el óleo de Bonilla sobre el mismo tema; a Ruinas de Salomé Ureña, los óleos de Bonilla y de Desangles de nuestros viejos monumentos; al Caonabo de los versos de Pérez, corresponden los óleos de Desangles y la estatua del indio de Abelardo.” 1.
“Así se entrelazan la poesía y la pintura en los tiempos de Bonilla y de José Joaquín Pérez, de Desangles y de Salomé Ureña, de Abelardo y de Gastón Deligne. Todo se mezcla en el estrecho ámbito de la villa, todo se impregna de las mismas esencias en todo arde el mismo fuego encendido al término de la dictadura baecista, al iniciarse el fecundo período de la intelección de la idea nacional. El pintor cumple entonces su destino civil, más avasallante y poderoso que su ideal artístico”. 2 
Este período posterior a 1865, denominado por muchos Renacimiento Dominicano, enmarca una producción de tanteos, de méritos de inicio, en que el positivismo hostosiano había calado en una intelectualidad  ávida de valores y de ideales.
La entrada del Siglo XX se ve signada por el asesinato de Ulises Hereaux (1899) y la invasión norteamericana (1916) La tónica general es primero de inestabilidad y luego de resistencia.. En poesía, los parnasianos y modernistas comparten con pintores que ya conocen el impresionismo como Leopoldo Navarro y más tarde la gran Celeste Woss y Gil. La figura de Abelardo Rodríguez Urdaneta ( fotógrafo, pintor y escultor ) resulta central hasta su muerte en 1933.  En la poesía de Fabio Fiallo, Altagracia Saviñón y Federico Bermúdez, lo visual (color, objetos, formas,) es evidente: Fiallo: “La niña que amo tiene tres cosas blancas: el seno en flor, las manos y la garganta”. 3  Saviñón: Mi vaso glauco, pálido y amado/ donde guardo mis flores predilectas/ tiene el color de las marinas aguas, tiene el color de la esperanza muerta. Bermúdez:” ...con la noche se entró por el oriente/ la luna , y al verter sus argentadas/ claridades silentes en las ruinas / bañó con sus miradas argentinas.” 4.  Sobre estos fragmentos de Bermúdez dice Baeza Flores: “En Bermúdez nunca habrá un escándalo de tonos y su color lírico será el de los pintores impresionistas más soñadores” 5 .
En la segunda década del Siglo XX la experiencia del Vedrinismo (1912)  no arroja nexos voluntarios con la producción plástica. Sinembargo, lo pictórico sale en versos como éste de Vigil Díaz: “ Arboles de la villa blanca de San Carlos:/ uno,/ dos,/ tres,/cuatro,/ cinco;/ cinco aortas llenas de sangre./. Sobre este poema dice Baeza Flores: “ En el comienzo de Rapsodia de Vigil Díaz hay un doble efecto. De una parte, la presencia de lo dominicano unido a un expresionismo pictórico... de otra parte está la forma suelta de colocar en forma de verso una simple enumeración, y la búsqueda de una especie de sentido gráfico en el poema.” 6
La intención de hacer un verso libre es común al Vedrinismo (1912) de Vigil Díaz y al Postumismo (1921) de Moreno Jiménez. Los trabajos de ambos, que marcan  pautas en la poesía dominicana, se producen en plena invasión norteamericana (1916-1924).
En 1921, Domingo Moreno Jiménez participa en la formación del Postumismo que persigue  “Producir un movimiento dominicanista capaz de anular la tradición” 7  En     la poesía de  Moreno Jiménez  encontramos versos,  como éstos: ” El sol dorando las enhiestas cumbres./En un jardín florido/mi amada se recrea viendo correr un niño/ y  tras unos árboles diviso /vagos celajes de rosa y oro… 8
Entre los adeptos al movimiento postumista se encontró el pintor puertoplateño Jaime Colson, hombre culto que compartió con escritores y poetas. Sostuvo una estrecha amistad con Tomás Hernández Franco, para quien hizo numerosas viñetas. Jaime Colson dejó un libro inédito de poemas en prosa, los que, según  Rubén Suro, pensaba publicar bajo el seudónimo de Henry de Greene. Estos poemas presumiblemente fueron escritos durante su primera estadía en Paris  (1924-1934).
En la década del 30, Jaime Colson forma junto a Yoryi Morel y Darío Suro, el grupo de los iniciadores de la pintura dominicana. Los pintores de los años 30 coinciden con lo nacional y social del postumismo y con la revaloración de lo negroide como parte de lo dominicano que proclamaban Los Nuevos, un grupo que se forma en La Vega en 1936, bajo la premisa de “originalidad y la ruptura de los moldes tradicionales a lo que se añadía una notoria tendencia  al ideal americanista.” 9. Su figura más notable es el poeta Rubén Suro quien trabajó la poesía social y negroide.
Entre los componentes iniciales del grupo se encontraba Darío Suro, hermano de Rubén, quien además de pintor es crítico de arte; Darío escribió versos en su primera juventud que nunca publicó. Es, además, el autor del libro Arte Dominicano, donde establece los parámetros para una evaluación estilística  y generacional de las artes plásticas dominicanas.
A partir de 1940 y con la llegada de los artistas y profesores españoles y judíos, se crea una interacción que motiva a la manifestación artística. En 1943 salen las publicaciones Cuadernos Dominicanos de Cultura   y La Poesía Sorprendida, este último, órgano del Movimiento del mismo nombre.
En un trabajo publicado por Rafael Diaz Niese en el Núm 12. de Cuadernos Dominicanos de Cultura y titulado Notas Sobre el Arte Actual  nos dice: “El pensamiento cubista reivindica -¡ con cuán poderosa razón !- el derecho de ir más allá de lo visible, enderezando sus investigaciones allende la apariencia actual de las cosas. En lugar de reproducir los objetos mecánicamente tal como podemos verlos por modo descriptivo o imitativo, prefiere referirlos a un estado emocional o a las ideas que su estudio puede suscitar en la mente. Es el mismo procedimiento de transposición que, sin escandalizar a nadie, van siguiendo los modernos poetas. ¿Por qué, pues, olvidar tan fácilmente que  Ut pictura, poesis?
He aquí para servirnos de términos de comparación, algunos ejemplos tomados al azar de las obras de algunos poetas dominicanos jóvenes:

...pero el grito del hombre llena el aire/ de insensatas flores rojas,/grandes y húmedas como cayenas./...

Eres algo más que un recuerdo que viene/por un camino  trazado bajo aguas azules/con peces insomnes y algas tranquilas./

Héctor Incháustegui Cabral

Nadie te cuenta mis gozos/ de almidón de nube blanca!/

...por sus manos que son panaderas/para el sol amasado en compases...

Pedro Mir

...antes de que tu voz fuera color de trino/y tus ojos dos sombras salobres como algas

...la luna grande mojada de canciones/la tierra azul y la mañana verde!

Franklyn Mieses Burgos

Cabellera/instantánea de la lluvia con sol;/oro de la Biología;/charretera para un solo hombro.

No le temo al gris-tristeza de esta tarde;/tu boca trae el rojo-alegre de los levantes mozos.

Rubén  Suro.” 10
 
En este comentario Díaz Niese incluye a cuatro de los poetas más importantes que surgen alrededor de los años cuarenta: Rubén Suro de Los nuevos, Franklyn Mieses Burgos de la Poesía Sorprendida, Pedro Mir e Incháustegui Cabral de los poetas que se han denominado como los Independientes del 40.
Ya dijimos que en la década del 40 hay un renacer cultural en el que la inyección de contemporaneidad traída por los inmigrantes europeos tiene mucho que ver, pues entre ellos, judíos que huían de la Segunda Guerra Mundial y españoles republicanos que escapaban de la Guerra Civil , había  profesores y artistas que se integraron a la vida cultural dominicana.
En este marco surge La Poesía Sorprendida (1943), primer movimiento que arroja  una gran interacción con el trabajo pictórico. La mayoría de ellos de una u otra forma aludieron a las artes plásticas  o a los artistas plásticos mismos en sus valores humanos. “La poesía Sorprendida adviene con una actitud amplia que abrió sus puertas, introduciéndolas en el país, a todas las corrientes literarias de Europa y América” 11.  Fueron integrantes del movimiento Gilberto Gilberto Hernández Ortega -GHO- y Eugenio Fernández Granell, pintores los dos, español el último que vino con el grupo de artistas e intelectuales  mencionados.
Tanto Gilberto Hernández Ortega como Fernández Granell fueron poetas. Hernández Ortega publicó por lo menos tres libros de poemas: Poemas de Soledad y Luz, Las Eternas Palabras y De Gualey al Cielo. Por su parte, Fernández Granell, además de las viñetas que acompañaban los números de la revista La Poesía Sorprendida escribió textos en prosa poética, muchos de los cuales aparecieron en la publicación del movimiento 
En las obras de Franklyn Mieses Burgos encontramos numerosos poemas donde el uso del color y de las formas soportado por una profunda conceptualidad, suspende la realidad como si fuera un cuadro. En su libro Gaviotas Enterradas (1936-1940)  hay  dos poemas  dedicados a Darío Suro   y a Gilberto Hernández Ortega:  Los Caballos de Suro vienen Volando, título que refiere a una etapa importante en la carrera del pintor y Oda a Gilberto Hernández Ortega.
Pero si nos detenemos en la poesía de Mieses Burgos es fácil comprobar que en muchos de sus textos el logro de un clima visual le permite obtener imágenes pictóricas que en numerosas ocasiones se identifican  con la pintura que más lo motivó. Por ejemplo, en Fábula Inefable de la Niña Loca, los nexos con el mundo gilbertiano son  mayores que en el poema que le dedica al pintor: ”Aquella dulce niña, que, como yo, tenía/ dos blancas manos locas tendidas a la luna,/ daba pena mirarla;/porque sólo decía que la luna había vuelto/sus manos mariposas:/mariposas de sueños que  volando se iban/por el cielo  remoto de las lunas difuntas.../” 12.
Igualmente, Paisaje con un Merengue al fondo  tiene un amplio parentesco con la pintura no sólo de Yoryi Morel,  sino de lo que podría ser una imagen general de la plástica dominicana de esa época (Suro, Hernández Ortega, Eligio Pichardo...) Y así múltiples ejemplos que  van surgiendo durante su lectura: Elegía por la muerte de Tomás Sandoval empalma con  Cuerpo Presente de Fernando Peña Defilló; Elogio a la Palma con toda una serie de pinturas de Ada Balcácer; Rosa en Vigilia con una etapa  de Jorge Noceda Sánchez; lo que  confirma a Franklyn Mieses Burgos como un poeta de amplia significación, en quien las imágenes visuales  apoyan  al concepto  y edifican  así una poesía vigente que sirve de equivalente verbal a buena parte de la producción pictórica dominicana desde los años cuarenta a a los sesenta:  “Por dentro de tu noche/solitaria de un llanto de cuatrocientos años;/por dentro de tu noche caída  entre estas islas/como un cielo terrible sembrado de huracanes;/entre la caña amarga y el negro que no siembra/porque no son tan largos los cabellos del agua;/inmediato a la sombra caoba de tu carne/tamarindo crecido entre limones agrios;/ casi junto a tu risa de corazón de coco;/frente a la vieja herida violeta de tus labios/por donde gota a gota como un oscuro río /desangran tus palabras,/lo mismo que dos tensos bejucos enroscados/bailemos un merengue:/un furioso merengue que nunca más se acabe./” 13.
Igualmente, Freddy Gatón Arce, poeta y sustentador teórico de La Poesía Sorprendida, establece a través de sus trabajos nexos con la pintura.  Sus  textos de Ulía nos dan una realidad agolpada a base de color y alusiones insólitas. Ulía lo es todo: la poesía, la vida, el primer ser, el primer amor, todos los amores y el amor:
 “... Ulía, cual si estuviésemos en el fondo de la mar sentados, cabelleras sueltas a todas las corrientes; a esa que yo pienso en mi locura como a ti, endemoniadamente colérica: sonrisa desguindada de la forma del lacayo -eterno guardián durmiente; a esa que juega en la mesa de horizontes como cabelleras de rosas, el triángulo diverso de la feminidad: verde aridez de primavera dormida en las conciencias ausentadas del poema-...” 14   
El amplio simbolismo de estos textos, el alto nivel pictórico-descriptivo de muchos de sus párrafos, unido al aporte del libro como primero de escritura automática en el país, despierta en un pintor de amplia cultura como José Ramírez Conde (Condecito), todo un período de su producción, la última de su vida, donde, justamente se sirve del diseño de las doncellas de Avignon (1907) de Pablo Picasso como correspondiente visual y cultural al texto de Gatón Arce (1944) .
Freddy Gatón Arce estuvo ligado por grandes lazos de amistad a Gilberto Hernández Ortega, Eligio Pichardo y José Ramírez Conde, nombres cumbres de las generaciones pictóricas del 40, 50 y 60, respectivamente. En su libro Retiro hacia la Luz, el Poema de la Soledad es un homenaje a GHO. Después del fallecimiento de Condecito, Freddy  escribe José Ramírez Conde: a dos años de su muerte  un poema  donde las condiciones humanas del  artista se entremezlan con el mundo de sus personajes pictóricos:  “Una mujer peinándose  guarda tu corazón./ Aun ahora, cuando no puedes pintarla otra vez./ y todo empezó nudamente/ como se levantan las criaturas hermosas y dramáticas.../” 15
 Uno de sus últimos trabajos, Frente a un Icaro de Amable Sterling, se nos antoja  un retrato hecho a base de misticismo e imágenes visuales:
“Oh!/Jesús sin maderos ni clavos/Su vuelo asoma entre bandas/ Y su rostro/ Por unas como telas de araña/ tejidas la noche anterior a la gloria/Los hombros y puños soportan el viento/ Y la flexión de las piernas soporta caídas./Y la cabeza inclinada/Translúcida remite a los hijos/Parece un premio/A la indefensión de los seres/Una dádiva de la angustia y la paz postrera/Y hoy en el lienzo el amor/
Acompasa la tierra, llama al infinito,/Eleva el peso y el misterio de los colores/Desde la misericordia./Y pasado el asombro y el desgarro,
En arrobo con Él/ La gracia pega con cera un ala después de otra/Hacia el mar de la vida y las esferas.” 16
Un tercer poeta de este movimiento en quien se aprietan los lazos con la producción plástica es Manuel Rueda. Músico, dramaturgo, crítico, Director del Suplemento Cultural Isla Abierta,  Manuel Rueda resulta ser también un protector de las artes plásticas por la política de apertura a pintores jóvenes  del Suplemento que dirige.
Su texto Visiones de la Tierra, que acompaña el mural de Elsa Núñez realizado en INTEC demuestra el manejo de lo descriptivo como instrumento dador de las  esencias: vida, madre, tierra...   presentes a lo largo de su producción poética:
“Como aire compacto/sol y noche fundidos/en el magro terrón/luna de pulpa de guanábana y cocotales ardientes/quemazones con olor a cadáveres/a traiciones de selvas borrachas/y a pistoletazo súbito.
Me toco el corazón y late:/es tierra/bajo el tambor/pisada de puercos cimarrones/ y de iguanas/arrebatadas ciguas sobre los caimitales/sueño de orquídeas doñas/azotadas por el ala envidiosa del murciélago./Cómo no amarte/polvo de las provincias enterradas/en claridad de muerte con sol/y calaveras de animales domésticos/reclinadas en las bardas/ y portales/y tinajones agrietados/donde el agua es silencio/y el silencio ese mar ciego/que a lo lejos sucumbe/tambalea/sobre tapias de cambronales ríspidos/y tumbas de blancores anónimos./
He salido a pisar la tierra toda/a beberla/en aire azul y lodazales verdes/donde la luna tiembla/como una raíz pálida que no puede crecer/cercenada por mosquitos y lianas putrefactas/.
Salmo de los arrozales con lumbre./Cibao ofrecido en los valles/con claridad de campana/tendido a la puerta del bohío en las noches sólidas/y en los atardeceres/cuando el gallo-humo desfleca la cola grisazul/cocoriqueando por haber nacido antes/que su madre rojiza en los carbones./” 17 
A mediado de los setenta, Manuel Rueda funda el Pluralismo (1975)  movimiento que proponía crear un poema de valores visuales y sonoros. Su libro Con el tambor de las Islas (1975) recurre a valores pictóricos, formando dibujos con  palabras, lo que convierte el texto en poema - cuadro, exorbitando la condición verbal y logrando múltiples lecturas.
También de La Poesía Sorprendida, Aída Cartagena establece nexos con la plástica a través de trabajos críticos  que publica en   periódicos y revistas. Sus textos sobre Eligio Pichardo y Paul Guidicelli  son necesarios para comprender la entrada del abstraccionismo en la pintura dominicana en la década del 50. Igualmente, su libro-catálogo Galería de Bellas Artes, resulta ser un valioso registro   para ubicar el patrimonio  artístico del Estado  y es una excelente referencia sobre nuestros artistas a inicios de la década del 60.  Entre sus poemas se encuentra uno dedicado a Henry Matisse. 
Otro miembro de la Poesía Sorprendida que hace crítica de arte es Antonio Fernández Spencer, quien fue, en 1976, el primer Director de la Galería de Arte  Moderno, hoy Museo de  Arte  Moderno.
De los Independientes del cuarenta, Pedro Mir es autor del   poema    Hay un país en el Mundo, que   ha generado numerosas interpretaciones pictóricas; la última, una serie de cuadros realizados por José Perdomo, artista de los  60, que ocupa un lugar destacado en la producción plástica actual. Gran amigo del pintor y muralista Silvano Lora, Pedro Mir ha escrito textos de prosa poética sobre el artista español José Vela Zanetti, el fotógrafo  Domingo Batista y  recientemente, sobre la pintura de Fernando Ureña Rib (1993).
Ramón Francisco,  poeta y ensayista, de los llamados “independientes de los años 50”, escribe sobre el desarrollo de nuestra plástica y aporta datos precisos sobre los nexos entre poesía y pintura  durante los finales de los cincuenta, sesenta y setenta, citamos: “En muchos pintores de esta época, la concepción de arte integral era una norma. Casi todos ellos eran jóvenes educados. No intelectuales, precisamente, y por eso su pintura no fue nunca intelectual, pero casi todos eran jóvenes de gran cultura, lo cual les permitiría  bucear hasta lo más profundo en las entrañas de la sociedad dominicana. El ejemplo más notorio que siempre viene a mi memoria es Conde. Lector voraz, llegó a alcanzar una formación literaria y musical aún más completa que muchos escritores y que muchos músicos y melómanos de su época. Norberto Santana por igual. Tengo dibujos de Gilberto Hernández Ortega en los que el tema es un poema escrito por él.
Para reafirmar lo que digo, recordaré que en 1950 se produjo una exposición insólita en nuestro país, en los Salones del Ateneo, que entonces estaba localizado en los altos del restaurant Hollywood, en la Calle El Conde esquina Hostos, donde hay hoy un hotel. Era una exposición poético-pictórica, en el decir de sus organizadores, la sociedad cultural Alfa y Omega. La palabra y el pigmento juntos. Decenas de cuadros colgaban al lado de decenas de poemas artísticamente iluminados y colgados también de las paredes o colocados al azar sobre mesas. Conservo de esa exposición un poderoso guache de Hernández Ortega, representando a dos mujeres saliendo de los infiernos, y una viñeta de Rosita Ricourt. Esta exposición fue una muestra de la solidaridad intelectual  de escritores y pintores de la época”. 18
Ramón francisco acogió a los escritores y artistas plásticos que surgieron en la primera mitad de la década del 60. Tiene una importante colección de cuadros de esa época.
Al entrar los años sesenta los nexos entre pintores y poetas se estrechan hasta casi formar una sola cosa, un solo cuerpo. La muerte de Trujillo  y la Guerra de Abril condicionan la producción de seres humanos sensibles y la mayoría toma el lado de los humildes, de los insurrectos, de los de abajo...
Arte y Liberación, el Frente Cultural, El Puño, La Máscara, La Isla... son algunos de los grupos que se forman incluyendo poetas, narradores, dramaturgos, pintores, dibujantes, muralistas, escultores. En los recitales de Arte y Liberación los poemas recién escritos de Miguel Alfonseca y René del Risco hablaban sobre la última muerte, sobre el último ametrallamiento que Condecito y Silvano Lora  habían pintado en vallas y muros .
De René Del Risco,  un fragmento de Oda gris para el soldado invasor:
“Venido de la noche/quizás de lo más negro de la noche/ un hombre con pupilas de piedra calcinada/anda por las orillas de la noche.../De oscuro plomo el pie y hasta los  besos/viene del vientre lóbrego de un águila/ que parirá gusanos y esqueletos/para llenar su mar/su territorio” 19
La utilización del negro, de la oscuridad, contribuye al dramatismo del poema. Sinembargo, el color toma cuerpo  en versos como éste :” Moriremos sobre las aceras mojadas/sobre un charco de luz azul, rojiza ,blanca...” 20  en una evidente alusión a la bandera nacional.  Este uso del no color como elemento dramático y luego la exaltación cromática como símbolo de la nacionalidad se puede encontrar en la pintura de la época (Silvano Lora, Ramírez Conde, Gilberto Hernández Ortega...)   En poesía, probablemente sea René del Risco y Bermúdez quien haya utilizado el color de manera más recurrente y acertada.
Entre los aportes de esta generación al lenguaje poético, Baeza Flores destaca el uso del collage que fue inicialmente un recurso pictórico: “El aporte del collage a la lírica Dominicana es un recurso visual-emocional, mental-sugeridor de que se valen algunos de estos poetas para mostrar una realidad determinada...Collage es una palabra francesa que significa encoladura. Si aplicamos la idea de collage a un  poema, queremos significar con ello que se trata de”pegar’ algo en el poema , algo que está “recortado de otra cosa” - digamos en este caso: tomado o desprendido de la propaganda comercial- y que “pegamos” , agregamos en el poema para ofrecer un contraste con otros elementos líricos; para darle una dimensión con un añadido “de una realidad distinta”. Y el uso del ”collage” nos lleva al cubismo como pintura, pues es desde el cubismo que nace la idea de “ pegar” o ” encolar” diversos elementos ...
Los tres poetas de 1965 que aplican y representan -e inventan- el collage en la poesía dominicana son Juan José Ayuso, Jeannette  Miller y Grey Coiscou. Y en la nueva promoción de los poetas de 1965, Héctor Díaz Polanco y Enriquillo Sánchez...” 21. ”Juan José Ayuso me parece el más afinado de los poetas que emplea el   collage como elemento visual y subliminal en el poema...” 22
Fragmento de Canto sin tregua de Juan José Ayuso:
“Digo y afirmo hoy/sin importar la paz y la palabra/que hay un guerrero en lucha/exactamente bajo los nombres de Van Heussen,/Thom McAnn,/y Bulova,/Scheaffer,/White Label,/Yardley,/Old Spice/y Volkswagen./
Digo y afirmo hoy/que hay un guerrero en lucha/precisamente bajo /las marcas conocidas que visten y perfuman,/que duermen y endrogan;/que hay un guerrero en lucha/súbitamente abajo/de todas estas marcas y estas cosas/y de todos los hombres de la isla/” 23
Fernando Peña Defilló de la Generación pictórica del 50, es quien introduce en los años 60 el uso del collage en la pintura dominicana; Jeannette Miller, poeta de los sesenta, autora del libro Historia de la Pintura Dominicana,  crítica de artes plásticas  evidentemente ligada a los pintores y sus obras, escribe una monografía en verso sobre la obra de  Peña Defilló, Mundos Paralelos:
Fragmento de Mundos paralelos:
“Y sólo por Él rompió el cuadrilátero primero,/y al hacerlo,/que era como romperse él mismo,/los puntos negros, azules, marrones,/el plata de la noche,/el bronce mañanero,/se derramaron en rosas y lluvias chorreantes,/en un baño de oro-lava incontenible/que lo deslumbraba todo./Mucho antes del Descubrimiento,/los penachos y las armaduras /se convirtieron en frutas exóticas,/verde lino, azul mar, amarillo brillante.../y por primera vez conoció el pintor/el caliente de la sangre roja de la vida,/y en plena libertad, en solo regocijo,/pintó los animales salinos/porque la sal es la presencia marina inaplazable/que dicta los efluvios,/que premoniza la muerte balsámica/después de una vida plena, llena de belleza./Entonces la materia desbordada,/esa lava inicial de las galaxias sin nombre,/esa presencia tibia que origina los átomos,/rompió los papeles huyendo hacia lo circundante;/en su avalancha/descompuso el tiempo en esferas diminutas,/unió los átomos de los planetas en formación,/mezcló las larvas y los huevos antiguos.../y como si su ojo fuera un lente macro,/un caleidoscopio volitivo,/detuvo a su antojo el movimiento de la luz,/en el preciso momento/en que ésta multiplicaba los colores./” 24 
Baeza Flores afirma que: “Son los pintores que surgen en la década de los años cincuenta y los que surgen en la década de los sesenta, los que pueden estar relacionados en lo emocional y en lo temático con los poetas dominicanos de 1965” 25  y entre ellos cita muy acertadamente  a Eligio Pichardo, Silvano Lora, Ramón Oviedo, Leopoldo Pérez, al Jorge Severino de esos años, José cestero, Dionisio Rodríguez, Saturnino, Soucy de Pellerano, Cándido Bidó, Elsa Núñez, Gisela Risk, Julio Susana y Virgilio García... a los que hay que agregar a José Ramírez Conde (Condecito), Norberto Santana e Iván Tovar.
Ramírez Conde y Miguel Alfonseca son dos nombres claves de la pintura y la poesía al comenzar la década de 1960, ambos conforman una síntesis de lo que fue la producción en los dos órdenes durante esos años; asimismo, René del Risco y Juan José Ayuso hacen hombro con Silvano Lora, José Cestero, Ramón Oviedo... creando las imágenes de ese tiempo heroico  y determinante. A partir de 1965, la obra de Ada Balcácer con su serie de los Bacá, es considerada como un símbolo del mito popular que encarna atropello y opresión, son muchos los poemas hechos frente a los cuadros de Ada por Enriquillo Sánchez o Jeannette Miller; igualmente, son muchas las variables que Ada lleva al papel o a la tela motivada por versos de estos poetas leídos en su estudio.
La integración poesía y pintura continúa en Proyecta (1968) y Nueva imagen (1972), pero ya ejerciendo los poetas el papel de críticos o traductores de los lenguajes visuales. A partir de Proyecta, la integración de Fernando Peña Defilló resulta determinante para la revolución del medio pictórico mismo: abstracción, collage, nueva figuración, elementos extrapictóricos convierten la pintura de finales de los sesenta e inicio de los setenta en una realidad revolucionaria en sí misma.
Los poetas de post-Guerra o de la segunda mitad de los 60, también interaccionaron con los artistas plásticos. Norberto James fue un gran amigo de la mayoría de los pintores mencionados, Soledad Alvarez ha escrito textos sobre Ada Balcácer y José García Cordero; la afición de Alexis Gómez por la pintura queda manifiesta en su poema  Litoral de un Sueño, dedicado a Iván  Tovar:
“En él otros cuerpos se realizan como promesas tatuadas por la virtuosidad de su espejismo. Curvatura del arco: el ciervo como la flecha.  El reflejo se gasta en el corazón de su vacío. Cero espiga de oro, cero ilusión, en la quietud de un concepto amarillo, pobre y moribundo. He dicho concepto y pude decir línea, rayo, espuela de sol.” 26
Mateo Morrison, de la misma promoción, dedica su libro A propósito de Imágenes (1991) a la obra del pintor Dionisio Blanco:
“Las palabras están ahí/ sobre el rojo y el ocre/y sobre el rojo y verde otras palabras/nadie las pronuncia /porque están ahí ya pronunciadas/moviéndose en
nuestros ojos/como si fuera posible conversar/con uno mismo y los demás/al mismo tiempo./” 27
Los poetas que surgen a partir de 1970, unos a través del Taller César Vallejo, otros desde los premios Siboney  y los concursos de Casa de Teatro, continúan los nexos con la plástica, aunque con otras modalidades.  Tres poetas demuestran su atracción por las artes visuales de distintas maneras: Cayo Claudio Espinal, siendo él mismo pintor y dibujante. José Enrique García  escribiendo sobre la relación poesía- pintura en Freddy Gatón Arce y José Ramírez Conde y dedicando en su primer libro,   Meditaciones alrededor de una sospecha, el poema Radial de Campanas II a la obra de Cuquito Peña:
“Viento,/ viento,/ viento,/ se retuerce el viento en la campana/ y en espiral se lanza sobre el viento/ desenterrando circulares luces,/ estrujando recuerdos,/ matando viejos patios,/ edificando antepasadas casas,/ asesinando sospechosas tripulaciones de colores./ Un aliento salvaje que sale del crepúsculo/ golpea incesante la realidad,/ crecida,/ y el querer ser que anduvo en pos del ser/ es un rebelde lirio,/ un follaje de luz derramando en lo verde, una antigua campana de estáticos sonidos./ Ahora que tenemos la aurora en las manos/ el hombre, el ausente hombre/ / ve llegar los colores con sus primeros bríos./Amaneció el día en el canto del sol,/ un tren que humea la distancia/ trae las primitivas construcciones del pincel,/ una casa,/ un salmo ignorado,/ el deseo del hombre de descifrar al hombre. En los puños aún palpitan las radiales campanas./” 28
José Mármol trata el tema de la pintura y de los pintores de manera insistente, con una obra de estricto manejo formal donde a veces el poema mismo se convierte en un diseño de valores visuales. Son tantos los ejemplos y tan distintas las aproximaciones que pueden hacerse a partir de la obra de Mármol,  que los lazos entre poesía y pintura que aportan sus textos merecerían un estudio aparte.
.Como ejemplo,  Esquicio del Vuelo :
“Voy a dibujar un pájaro que es el mismo vuelo. y un vuelo
que aún no tiene pájaro. vuelo que se crea con su
pájaro. pájaro agotado en los tonos de su vuelo. no voy
a dibujar un pájaro volando sino al mismo vuelo
dibujándose. y en mi turno de sentirme dios.voy a crear 
un himno para el viento y la memoria.” 29
Otros ejemplos de integración  poesía-pintura  resultan ser el trabajo de murales con poemas integrados que se viene llevando a cabo en Santo Domingo y ciudades del interior patrocinado por una firma comercial.  Manuel Rueda y Elsa Núñez, Geo Ripley y José Mármol, Silvano Lora y Plinio Chahín, Soucy Pellerano y Martha Rivera... son algunos de los nombres que llenan  los muros de la Capital para ofrecer al transeúnte el regalo de su trabajo. Paisaje dominicano: pintura y poesía, libro hecho por Freddy Gatón Arce y Jeannette Miller a fines de 1992, es otro ejemplo a mencionar .
A partir de los años sesenta  y después de la muerte de Trujillo, se producen relaciones politicoeconómicas más abiertas que permiten  la proliferación del trabajo artístico.  Eso sucede especialmente con las artes plásticas;  los pintores y escultores  necesitan que escriban sus monografías, que se organice  el acontecer de la plástica y quienes mejores que los poetas para hacerlo. En  ese orden tenemos que Jeannette Miller publica la Historia de la Pintura Dominicana (1979)  y escribe las monografías de Gilberto Hernández Ortega, Paul Guidicelli, Eligio Pichardo y Fernando Peña Defilló; Miller ha dedicado poemas a las obras de Ada Balcácer y de José Rincón Mora. Danilo De los Santos escribe La Pintura en la Sociedad Dominicana y una monografía sobre Yoryi Morel; Cándido Gerón una Enciclopedia de las Artes Plásticas Dominicanas; Pedro Vergés  el texto para la monografía de Antonio Prats-Ventós; Manuel Núñez  estudios sobre Jesús Desangles y José Perdomo; Soledad Alvarez   presentaciones sobre Ada Balcácer y José García Cordero; León David ha hecho crítica de artes plásticas e igualmente Abil Peralta Agüero. Diógenes Céspedes ha publicado trabajos importantes sobre distintos pintores entre los que se destacan los de Elsa Núñez y Freddy Rodríguez. Ya habíamos destacado los escritos sobre artes plásticas hechos por Aída Cartagena y  Antonio Fernández Spencer.
Otra relación que se ha dado entre pintores y poetas ha sido la ilustración de textos.
Desde las viñetas dibujadas por Jaime Colson   para Tomás Hernández Franco, pasando por los dibujos de Gilberto Hernández Ortega para poemas de Franklyn Mieses Burgos y Freddy Gatón Arce, para seguir con las ilustraciones de Domingo Liz para el libro Del Comienzo a la mitad de la vida de Máximo Avilés Blonda  y la  portada de Ada Balcácer  para Fichas de Identidad de Jeannette Miller, sin olvidar los dibujos de Eligio Pichardo para Utopía de los Vínculos  de Cayo Claudio Espinal, las interpretaciones de contenido, o simplemente la afinidad entre imágenes visuales y verbales han sido muchas.
Igualmente, ha habido y hay pintores poetas y poetas pintores. Entre los primeros Jaime Colson, Gilberto Hernández Ortega, Danilo De los Santos; entre los segundos  han hecho exposiciones Manuel Del Cabral  y Cayo Claudio Espinal.
A esta altura de final de siglo, en medio de una civilización que cada vez más camina a lo audiovisual, parecería que la palabra, la poesía, va quedando rezagada, pero todavía la captación instantánea de esa realidad que es el cuadro mismo, ese sentir de inmediato los colores y las formas que por su facilidad sensorial tiende a desplazar la reflexión a la que remite la palabra como concepto, necesita, paradójicamente,  la traducción de los valores que el cuadro representa en palabras para que pueda quedar fijado como cultura. Por eso, todavía  poesía y pintura van de la mano como amantes, la pintura con toda la fuerza que le aporta el mercado por su condición de objeto, la poesía con toda la humildad y la permanencia que siempre la han caracterizado; y van juntas porque se necesitan, porque se complementan....  Particularmente, yo espero que siga siendo así por mucho tiempo.


Citas y notas:
1. Emilio Rodríguez Demorizi. Pintura y Escultura en Santo Domingo.Colección Pensamiento Dominicano, Santo Domingo, República Dominicana. 1972. Página 37.
2. Emilio Rodríguez Demorizi. Obra citada.Página 40.
3. Alberto Baeza Flores. La Poesía Dominicana en el Siglo XX. Universidad Católica Madre y Maestra. Santiago, República Dominicana.1976. Página 203.
4. Alberto Baeza Flores. Obra citada.1976.Página 234.
5. Alberto Baeza Flores. Obra citada.1976.Página 234
6. Alberto Baeza Flores. Obra citada.1976.Página 448.
7 .Manuel Rueda y Lupo Hernández Rueda. Antología Panorámica de la Poesía Dominicana Contemporánea (1912-1962). Los Movimientos Literarios.Universidad Católica Madre y Maestra.Santiago,República Dominicana.1972.Página 47.
8. Domingo Moreno Jiménez. Oración en Alberto Baeza Flores . Obra citada.1976. Páginas 462 y 463.
9.  Manuel Rueda y Lupo Hernández Rueda. Obra citada. Página 109.
10. Rafael Díaz Niese en Cuadernos Dominicanos de Cultura, número 12, agosto de 1944.Páginas 18 y  11.  Manuel Rueda y Lupo Hernández Rueda. Obra citada. Página 125.
12. Franklyn Mieses Burgos.Clima de Eternidad. Obras Completas. Pág. 81.
13. Franklyn Mieses Burgos.  Obra citada. Página 105.
14. Freddy Gatón Arce. Desgarrados cristales de Ulía en Manuel Rueda y Lupo Hernández Rueda. Obra citada.Página 279.
15. El Caribe, Suplemento Cultural,21 de octubre de 1989. Santo Domingo. República Dominicana.
16. Freddy Gatón Arce. La Moneda del Príncipe. Ediciones La Poesía Sorprendida.Cincuentenario (1943-1993).Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana. 1993.
17. Manuel Rueda.  Por los Mares de la Dama. Amigo del Hogar. Santo Domingo, República Dominicana.1976. Página 47.
18..Ramón Francisco. Una teoría de la Re-expresión, o sea, una visión de un coleccionista.Trabajo leído en la tertulia del Centro Cultural Hispánico. Actualidad de las Artes Plásticas, el 3 de agosto de 1992.
19. René Del Risco. Oda Gris para el Soldado Invasor. En Pueblo, sangre y canto. Publicación del Frente Cultural. Santo Domingo, República Dominicana. 1965.Sin nombre de editora. Páginas 8 y 9 .
20.Alberto Baeza Flores. Los Poetas Dominicanos del 1965: una generación importante y distinta.Colección Orfeo,Biblioteca Nacional. Santo Domingo, República Dominicana.1985. Página  288.
21. Alberto Baeza Flores. Obra citada,1985.Páginas 244, 245 y  246.
22. Alberto Baeza Flores. Obra citada,1985.Página 247
23. Alberto Baeza Flores. Obra citada,1985.Páginas 247 y 248.
24. Jeannette Miller. Fernando Peña Defilló: Mundos Paralelos. Amigo del Hogar. Santo Domingo, República Dominicana,1985.Pág.16.
25. Baeza Flores. Obra citada,1985. Página 124. 
26.  Alexis Gómez  Rosa. Tiza y Tinta, Antología Poética. Lluvia Editores,Lima, Perú, l990.Página 36.
27. Mateo Morrison Las Palabras están ahí. A propósito de Imágenes.Textos basados en la obra de Dionisio Blanco. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.1991.
28. José Enrique García. Meditaciones alrededor de una sospecha. Imprenta del Norte, Santiago, República Dominicana. 1977. Páginas 14 y 15.
29. José Mármol. La Invención del Día. Esquicio del vuelo. Amigo del Hogar. Santo Domingo, República Dominicana.1989. Página 16.

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