martes, 10 de noviembre de 2015

Sinergias: Gausachs, Hernández Ortega y Ledesma .




Por Jeannette Miller
Una de las exposiciones colectivas más importantes que se han presentado en el Museo Bellapart, es la que ahora se ofrece al público, formada por obras de José Gausachs, Gilberto Hernández Ortega y Clara Ledesma, con el título de Sinergias. Una de las acepciones de este término es:  “Unión de varias fuerzas, causas, etc., para lograr una mayor efectividad.” 1
Constituida por 50 obras que forman parte de la colección del Museo, la artista y directora del Bellapart, Myrna Guerrero, ha tenido el buen tino de atenerse al significado anteriormente enunciado,  para cohesionar en una colectiva a tres nombres de primer orden en el arte dominicano, que además de la alta calidad que obtuvieron con su producción, se encuentran ligados por vínculos de estilo y de temas, que en cierta forma corroboran los lazos personales que los unieron, entre los que destacan la relación maestro discípulo y una amistad fuera del aula que los llevó, en 1954,  a formar el Grupo Los 4, donde también se incluía a otro gran maestro: Jaime Colson.
En este sentido ayuda mucho el concepto museográfico que divide la muestra en tres renglones, citamos:  Estructuras primordiales, donde ‘se enfatizan los recursos gráficos compartidos y los planteamientos de los lenguajes particulares.’ Encuentro antillano, donde ‘pone de manifiesto la irrupción del paisaje, la mujer, el color y los contrastes de la realidad antillana.’                                                                                                                 Realidades ulteriores, donde ‘se conjugan universos mágicos que aúnan flora y fauna, luz y color en ritmos cromáticos de sinfonías desconocidas’.” 2. Myrna Guerrero. Propuesta museográfica.
La unidad de lenguajes entre Gausachs, Gilberto y Clara, fue evidente en la obra de inicios de los dos últimos. El vínculo esencial que los unió fue el tratamiento de la cultura negra, factor que incluye a los artistas visuales que integran parte de la inmigración europea a nuestro país, provocada por la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española.
Los primeros grupos arribaron al país en 1939, cuando ya se había efectuado la matanza de los haitianos (1937) ordenada por Trujillo, quien era un abanderado de los valores occidentales y de la supremacía blanca. Muchos de los españoles y europeos traídos como agricultores para reforzar la barrera territorial y racial, resultaron ser artistas e intelectuales y, paradójicamente, ellos concientizaron a los dominicanos sobre la calidad y actualidad artística del componente negro que poseían, a través de los postulados del arte moderno que bebía en las fuentes de África y Oceanía…
La modernidad ya  había entrado a la pintura dominicana a través de los viajes realizados por algunos artistas criollos a Europa y Estados Unidos a fines del siglo XIX y principios del XX, pero no fue sino hasta la llegada de los inmigrantes europeos- década de 1940- cuando, el espíritu moderno influye de lleno en las manifestaciones artísticas dominicanas, entrocados principalmente una valoración real de la negritud como ingrediente determinante de nuestra cultura.
Se creó una dinámica cultural que estimuló la creación de nuestras instituciones artísticas, entre ellas la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) y la Bienal Nacional, fundadas en 1942. Manolo Pascual (1902-1983); Eugenio Fernández Granell (1912-2001); José Vela Zanetti (1913-1999); George Hausdorf (1894-1959) y José Gausachs (1889-1959), fueron los profesores extranjeros que jugaron un papel preponderante en este proceso.
Gilberto Hernández Ortega (1924-1979), Clara Ledesma (1924-1999), Gilberto Fernández Diez (1922), Marianela Jiménez (1925), Nidia Serra (1928), Luichy Martínez Richiez (1926-2005) y Antonio Prats-Ventós (1925- 1999) fueron los pintores, dibujantes y escultores dominicanos que aprendieron en la ENBA los lenguajes modernos y los utilizaron para plasmar sus inquietudes sobre raza, cultura e identidad, pintando y esculpiendo negros, brujas y un paisaje ocupado por el misterio y la exageración.
Tres artistas que representan este momento con niveles de maestría son José Gausachs,  profesor catalán; Gilberto Hernández Ortega, discípulo dominicano, y Clara Ledesma, discípula dominicana.
José Gausachs fue maestro de Hernández Ortega y de Clara Ledesma, quienes habían formado  parte de la primera promoción que salió de la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1946.
Hernández Ortega, considerado como el pintor dominicano más importante de ese período, había recibido clases con Celeste Woss y Gil, quien, a su vez, en las décadas de 1920-1930 había introducido la valoración de lo que somos como raza, con sus espléndidos desnudos de mulatas y vendedoras populares. A esta primera experiencia, Gilberto suma las imágenes insinuantes de Gausachs.
El pintor catalán  plasma la naturaleza y el ser humano,  como si fuera un criollo: paisajes, desnudos de negras estilizadas, con arreglos florales en el pelo y resueltas a base de una hechura que evoluciona: postimpresionista, expresionista y  abstracta… donde las manchas de color, colocadas de manera gestual, forman una nebulosa cromática en que el trazo aporta movimiento.
Clara Ledesma, condiscípula de Gilberto, había aprendido de José Gausachs la plenitud de la belleza criolla, y en sus primeros años utiliza los trazos del maestro para pintar escenas populares, chozas y caminos, barcos y pescadores, donde colores fuertes y gruesos trazos negros testimoniaban una deuda estrecha con la producción del catalán.
La identificación maestro-alumno fue inmediata en un período de alto nivel artístico como tuvo la Escuela Nacional de Bellas Artes en sus inicios –década de 1940-, donde además de los profesores europeos señalados, contaba con docentes nacionales de la talla de Celeste Woss y Gil,   el arquitecto Guillermo González, padre de la arquitectura moderna dominicana;  doctor Mairení Cabral en la clase de dibujo anatómico; y del presbítero Oscar Robles Toledano en Historia del Arte.
Ya egresados de la ENBA, Gilberto y Clara, participaban en la bohemia de los años cuarenta junto a Gausachs asistiendo a reuniones en las cafeterías y bares de la calle El Conde, para luego ir a sus estudios a plasmar las ideas discutidas, no sin albergar en lo más profundo de su corazón un espíritu de sana competencia.
La década de 1940, acrecentó su dinámica cultural con las visitas de André Bretón (1896-1966), cabeza del movimiento surrealista europeo, en 1941 y 1946; y la estancia por tres meses de Wifredo Lam (1902-1982), también en 1941, quien permaneció en República Dominicana de paso para Cuba, y donde se afirma pintó los primeros bocetos de su famoso cuadro La Jungla.
O Lam influyó a nuestros artistas o ellos influyeron a Lam. La similitud de imágenes de ese periodo -cuerpos alargados resueltos a base de tajadas de fruta o medias lunas- se verifican, principalmente, en los cuadros de Gausachs,   Hernández Ortega y Lam.
Además del estímulo al surrealismo que produjeron las visitas de Bretón, el intercambio con Lam fue determinante pues venía del París que entronizaba el arte negro y él mismo era un exponente de esto. Al igual que los dominicanos, Lam no era un negro puro, sino un mulato descendiente de chino y negro; la condición de mezclados y la valoración de lo negro a través de Europa, hacía que nuestras manifestaciones coincidieran en una plasmación de la negritud que resultaba occidental.
Y así fueron evolucionando: Gausachs, adentrándose cada vez más en la idiosincrasia del negro y del mulato, logrando una obra postimpresionista donde el dibujo al desgaire y pinceladas de color superpuestas metían al espectador en unos ambientes cotidianos donde las mujeres del servicio eran tratadas como el culmen de la belleza híbrida.
Gilberto,  con sus  esqueletos casi monocromáticos resueltos con medias lunas, luego con negras desorbitadas sobre un fondo oscuro donde los ojos exaltados y las bandejas y sombreros llenos de frutas o flores que parecían animales, se resolvían a base de colores escandalosos y navegaban en una profundidad nocturna  que te conectaban con la magia y el misterio;  por ultimo, sus figuras antiguas en ambientes coloniales, rostros de fantasmas proyectándose en espejos, y parejas de blanco o morado caminando de espaldas con paraguas que protegíanan del sol y de la lluvia.
Los cambios más radicales se dieron en Clara Ledesma, quien después de una producción Gausachs, Gilberto, ¿Lam? y probablemente influenciada por las flower girls de los sesenta, ella, que había emigrado a Nueva York, inicia una pintura casi plana llena de mujeres-muñecas-astros estilizadas como arabescos dentro de un ambiente floral colmado de estrellas, imágenes que trabajó hasta el final de su existencia, no sin haber introducido variables al tema.
La historia, el proceso de cambios y la influencia recibida y ejercida por cada uno de estos maestros, influenció el arte dominicano posterior que utilizó expresionismo, surrealismo, neorrealismo, y abstracción geométrica   para plasmar el hambre y la magia, la vegetación lujuriosa y el sometimiento de la dictadura a través de metáforas y leyendas.
A la altura de los años de 1940, calificados como la década de oro de la dictadura, la idea de lo dominicano enfrentaba la definición de territorialidad, libertad versus opresión, raza y cultura, como referentes con los cuales establecer relaciones de pertenencia e identificación, y esto se proyectaba en el arte.
En esa época, José Gausachs, Gilberto Hernández Ortega y Clara Ledesma unieron sus fuerzas   y lograron un arte  efectivo   que transgredió la producción artistica anterior, logrando movilizar conciencias ocultas y propuestas prohibidas en las que las características de un arte dominicano salieron a flote, marcando definitivamente el derrotero de una producción consciente de sus identidades culturales.
Citas:
1.Word Reference.com
2. Myrna Guerrero. Propuesta museográfica.


Bibliografía de referencia:

1.     Miller, Jeannette. Gilberto Hernández Ortega o la trascendencia de un universo mágico y poético. Ediciones Galería de Arte Moderno, Santo Domingo, 1978.
2.     ______________ Historia de la pintura dominicana. Santo Domingo, Ediciones Banco de Reservas de la República Dominicana, Santo Domingo.1979.
3.     ______________ “Apuntes sobre la abstracción en las Antillas del Caribe Hispano”. Plástica, revista de la Liga de Arte de San Juan. Año 15, Vol. 1, Núm. 21. San Juan, Puerto Rico, Septiembre 1993.  
4.     _______________ Arte dominicano, artistas españoles y modernidad: 1920-1961. Libro-catálogo., Ediciones Centro Cultural Hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana, Santo Domingo 1996.
5.      _______________ Arte dominicano: 1844-2000. Pintura, dibujo, gráfica y mural. Colección Cultural Codetel. Amigo del Hogar, Santo Domingo, 2001.
6.      _________________ Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano. Cronología del arte dominicano: 1844-2005. Ediciones de la Secretaría de Estado de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (SEESCYT). Santo Domingo. 2006.
7.     _________________ “El exilio republicano español y sus aportes a la modernidaad en el arte dominicano”. El exilio republicano español en la sociedad dominicana. Seminario internacional, marzo 2010. Comisión Permanente de Efemérides Patrias, Archivo General de la Nación, volumen CXIII; Academia Dominicana de la Historia, volumen LXXXIX. Editora Búho. Santo Domingo.   Marzo, 2010.







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