Por Jeannette Miller
Una de las exposiciones colectivas más importantes que se
han presentado en el Museo Bellapart, es la que ahora se ofrece al público,
formada por obras de José Gausachs, Gilberto Hernández Ortega y Clara Ledesma,
con el título de Sinergias. Una de las acepciones de este término es: “Unión de varias fuerzas, causas, etc., para
lograr una mayor efectividad.” 1
Constituida por 50 obras que forman parte de la colección
del Museo, la artista y directora del Bellapart, Myrna Guerrero, ha tenido el
buen tino de atenerse al significado anteriormente enunciado, para cohesionar en una
colectiva a tres nombres de primer orden en el arte dominicano, que además de
la alta calidad que obtuvieron con su producción, se encuentran ligados por
vínculos de estilo y de temas, que en cierta forma corroboran los lazos
personales que los unieron, entre los que destacan la relación maestro
discípulo y una amistad fuera del aula que los llevó, en 1954, a formar el Grupo Los 4, donde también se
incluía a otro gran maestro: Jaime Colson.
En este sentido ayuda mucho el concepto museográfico que
divide la muestra en tres renglones, citamos: “Estructuras primordiales, donde ‘se enfatizan los recursos
gráficos compartidos y los planteamientos de los lenguajes particulares.’ Encuentro antillano, donde ‘pone de manifiesto la irrupción del paisaje, la mujer, el
color y los contrastes de la realidad antillana.’
Realidades ulteriores, donde ‘se
conjugan universos mágicos que aúnan flora y fauna, luz y color en ritmos
cromáticos de sinfonías desconocidas’.” 2.
Myrna Guerrero. Propuesta museográfica.
La unidad de lenguajes entre Gausachs, Gilberto y Clara, fue
evidente en la obra de inicios de los dos últimos. El vínculo esencial que los
unió fue el tratamiento de la cultura negra, factor que incluye a los artistas
visuales que integran parte de la inmigración europea a nuestro país, provocada
por la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española.
Los primeros grupos arribaron al país en 1939, cuando ya se
había efectuado la matanza de los haitianos (1937) ordenada por Trujillo, quien
era un abanderado de los valores occidentales y de la supremacía blanca. Muchos
de los españoles y europeos traídos como agricultores para reforzar la barrera
territorial y racial, resultaron ser artistas e intelectuales y,
paradójicamente, ellos concientizaron a los dominicanos sobre la calidad y
actualidad artística del componente negro que poseían, a través de los
postulados del arte moderno que bebía en las fuentes de África y Oceanía…
La modernidad ya había entrado a la pintura dominicana a través
de los viajes realizados por algunos artistas criollos a Europa y Estados
Unidos a fines del siglo XIX y principios del XX, pero no fue sino hasta la
llegada de los inmigrantes europeos- década de 1940- cuando, el espíritu moderno
influye de lleno en las manifestaciones artísticas dominicanas, entrocados
principalmente una valoración real de la negritud como ingrediente determinante
de nuestra cultura.
Se creó una dinámica cultural que estimuló la creación de
nuestras instituciones artísticas, entre ellas la Escuela Nacional de Bellas
Artes (ENBA) y la Bienal Nacional, fundadas en 1942. Manolo Pascual
(1902-1983); Eugenio Fernández Granell (1912-2001); José Vela Zanetti
(1913-1999); George Hausdorf (1894-1959) y José Gausachs (1889-1959), fueron
los profesores extranjeros que jugaron un papel preponderante en este proceso.
Gilberto Hernández Ortega (1924-1979), Clara Ledesma
(1924-1999), Gilberto Fernández Diez (1922), Marianela Jiménez (1925), Nidia
Serra (1928), Luichy Martínez Richiez (1926-2005) y Antonio Prats-Ventós (1925-
1999) fueron los pintores, dibujantes y escultores dominicanos que aprendieron
en la ENBA los lenguajes modernos y los utilizaron para plasmar sus inquietudes
sobre raza, cultura e identidad, pintando y esculpiendo negros, brujas y un
paisaje ocupado por el misterio y la exageración.
Tres artistas que representan este momento con niveles de
maestría son José Gausachs, profesor
catalán; Gilberto Hernández Ortega, discípulo dominicano, y Clara Ledesma, discípula
dominicana.
José Gausachs fue maestro de Hernández Ortega y de Clara
Ledesma, quienes habían formado parte de
la primera promoción que salió de la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1946.
Hernández Ortega, considerado como el pintor dominicano más
importante de ese período, había recibido clases con Celeste Woss y Gil, quien,
a su vez, en las décadas de 1920-1930 había introducido la valoración de lo que
somos como raza, con sus espléndidos desnudos de mulatas y vendedoras
populares. A esta primera experiencia, Gilberto suma las imágenes insinuantes
de Gausachs.
El pintor catalán plasma la naturaleza y el ser humano, como si fuera un criollo: paisajes, desnudos
de negras estilizadas, con arreglos florales en el pelo y resueltas a base de
una hechura que evoluciona: postimpresionista, expresionista y abstracta… donde las manchas de color, colocadas
de manera gestual, forman una nebulosa cromática en que el trazo aporta
movimiento.
Clara Ledesma, condiscípula de Gilberto, había aprendido de
José Gausachs la plenitud de la belleza criolla, y en sus primeros años utiliza
los trazos del maestro para pintar escenas populares, chozas y caminos, barcos
y pescadores, donde colores fuertes y gruesos trazos negros testimoniaban una
deuda estrecha con la producción del catalán.
La identificación maestro-alumno fue inmediata en un período
de alto nivel artístico como tuvo la Escuela Nacional de Bellas Artes en sus
inicios –década de 1940-, donde además de los profesores europeos señalados,
contaba con docentes nacionales de la talla de Celeste Woss y Gil, el arquitecto
Guillermo González, padre de la arquitectura moderna dominicana; doctor Mairení Cabral en la clase de dibujo
anatómico; y del presbítero Oscar Robles Toledano en Historia del Arte.
Ya egresados de la ENBA, Gilberto y Clara, participaban en
la bohemia de los años cuarenta junto a Gausachs asistiendo a reuniones en las
cafeterías y bares de la calle El Conde, para luego ir a sus estudios a plasmar
las ideas discutidas, no sin albergar en lo más profundo de su corazón un
espíritu de sana competencia.
La década de 1940, acrecentó su dinámica cultural con las
visitas de André Bretón (1896-1966), cabeza
del movimiento surrealista europeo, en 1941 y 1946; y la estancia por tres
meses de Wifredo Lam (1902-1982),
también en 1941, quien permaneció en República Dominicana de paso para Cuba, y
donde se afirma pintó los primeros bocetos de su famoso cuadro La Jungla.
O Lam influyó a nuestros artistas o ellos influyeron a Lam.
La similitud de imágenes de ese periodo -cuerpos alargados resueltos a base de
tajadas de fruta o medias lunas- se verifican, principalmente, en los cuadros
de Gausachs, Hernández Ortega y Lam.
Además del estímulo al surrealismo que produjeron las
visitas de Bretón, el intercambio con Lam fue determinante pues venía del París
que entronizaba el arte negro y él mismo era un exponente de esto. Al igual que
los dominicanos, Lam no era un negro puro, sino un mulato descendiente de chino
y negro; la condición de mezclados y la valoración de lo negro a través de
Europa, hacía que nuestras manifestaciones coincidieran en una plasmación de la
negritud que resultaba occidental.
Y así fueron evolucionando: Gausachs, adentrándose cada vez
más en la idiosincrasia del negro y del mulato, logrando una obra postimpresionista
donde el dibujo al desgaire y pinceladas de color superpuestas metían al
espectador en unos ambientes cotidianos donde las mujeres del servicio eran tratadas
como el culmen de la belleza híbrida.
Gilberto, con sus esqueletos casi monocromáticos resueltos con
medias lunas, luego con negras desorbitadas sobre un fondo oscuro donde los
ojos exaltados y las bandejas y sombreros llenos de frutas o flores que
parecían animales, se resolvían a base de colores escandalosos y navegaban en
una profundidad nocturna que te
conectaban con la magia y el misterio; por
ultimo, sus figuras antiguas en ambientes coloniales, rostros de fantasmas
proyectándose en espejos, y parejas de blanco o morado caminando de espaldas con
paraguas que protegíanan del sol y de la lluvia.
Los cambios más radicales se dieron en Clara Ledesma, quien
después de una producción Gausachs, Gilberto, ¿Lam? y probablemente
influenciada por las flower girls de
los sesenta, ella, que había emigrado a Nueva York, inicia una pintura casi
plana llena de mujeres-muñecas-astros estilizadas como arabescos dentro de un
ambiente floral colmado de estrellas, imágenes que trabajó hasta el final de su
existencia, no sin haber introducido variables al tema.
La historia, el proceso de cambios y la influencia recibida
y ejercida por cada uno de estos maestros, influenció el arte dominicano
posterior que utilizó expresionismo, surrealismo, neorrealismo, y abstracción
geométrica para plasmar el hambre y la magia, la
vegetación lujuriosa y el sometimiento de la dictadura a través de metáforas y
leyendas.
A la altura de los años de 1940, calificados como la década
de oro de la dictadura, la idea de lo dominicano enfrentaba la definición de territorialidad,
libertad versus opresión, raza y cultura, como referentes con los cuales
establecer relaciones de pertenencia e identificación, y esto se proyectaba en
el arte.
En esa época, José Gausachs, Gilberto Hernández Ortega y
Clara Ledesma unieron sus fuerzas y lograron un arte efectivo
que transgredió la producción artistica anterior, logrando movilizar
conciencias ocultas y propuestas prohibidas en las que las características de
un arte dominicano salieron a flote, marcando definitivamente el derrotero de
una producción consciente de sus identidades culturales.
Citas:
1.Word
Reference.com
2.
Myrna Guerrero. Propuesta museográfica.
Bibliografía
de referencia:
1.
Miller, Jeannette. Gilberto
Hernández Ortega o la trascendencia de un universo mágico y poético. Ediciones
Galería de Arte Moderno, Santo Domingo, 1978.
2.
______________ Historia de la pintura dominicana. Santo Domingo,
Ediciones Banco de Reservas de la República Dominicana, Santo Domingo.1979.
3.
______________ “Apuntes sobre la abstracción en las
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4.
_______________ Arte dominicano, artistas españoles
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5.
_______________ Arte dominicano: 1844-2000.
Pintura, dibujo, gráfica y mural. Colección Cultural Codetel. Amigo del
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6.
_________________
Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano.
Cronología del arte dominicano: 1844-2005. Ediciones de la Secretaría de
Estado de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (SEESCYT). Santo Domingo.
2006.
7.
_________________ “El exilio republicano español y
sus aportes a la modernidaad en el arte dominicano”. El exilio republicano español en la sociedad dominicana. Seminario
internacional, marzo 2010. Comisión Permanente de Efemérides Patrias,
Archivo General de la Nación, volumen CXIII; Academia Dominicana de la
Historia, volumen LXXXIX. Editora Búho. Santo Domingo. Marzo, 2010.
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