Prólogo a la Antología de Poesía Amorosa de Ángela Hernández
Al ritmo de un pálpito amoroso, disidente, que abre caminos de
luz…
Por
Jeannette Miller
I
Ángela Hernández me solicitó que escribiera el
prólogo para una antología de poesía amorosa dominicana, que ella estaba
haciendo. Me explicó que eran dos tomos: uno de poesía amorosa y otro de poesía
social, cuyo prólogo haría Mateo Morrison. Asentí, no sin echar de menos lo
social, que ha sido, junto a lo existencial, mi línea creativa. Pero Ángela
Hernández, además de excelente escritora –poeta, narradora, ensayista,
investigadora- es un ser humano lleno de bondad y solidaridad, y esas
cualidades pesan a la hora de tomar una decisión.
Producto de un trabajo exhaustivo y minucioso,
Ángela ha hecho dos selecciones que impactan al lector. Voy a referirme a la
que me toca prologar: la Antología de Poesía Amorosa.
Una de las características de este tomo es la inclusión de poemas
y de autores poco o no conocidos, que sinembargo tienen una obra que justifica
su selección. Por otro lado, la seriedad con que esta hecha la selección, es un
aval para quienes amamos la literatura y nos gusta la poesía.
Quiérase o no, una antología es una escogencia
basada en los gustos y preferencias del antólogo, y
Ángela Hernández está sobradamente capacitada para darnos su selección. La
escogencia de poesía amorosa que ha hecho queda exhaustivamente planteada y
explicada en sus palabras de introduccción a este tomo que podrían calificarse
de ensayo.
En su texto, Hernández expone su punto de vista y
sus procedimientos, llegando al extremo de explicar criterios ortográficos
aplicados, siguiendo las reglas actuales de la Real Academia Española.Por otro
lado, la secuencia de ejemplos y definiciones que aporta para dejar sentado qué
es poesía para ella, reducen a sólo comentario cualquier observación a su
escogencia.
Es por eso que este prólogo es un paneo sobre la
poesía dominicana a partir del siglo XIX, tratando de informar sobre las
corrientes imperantes en Europa y Latinoamérica, y los modos en que incidieron
en nuestro país; igualmente, los hechos históricos, políticos, económicos y
culturales que han penetrado fuertemente en nuestros escritores, como una
manera de explicar sus distintas producciones.
En cada período, corriente o tendencia, nuestros
poetas escribieron sobre el amor, aún aquellos que se distinguieron por una
obra épica, social y/o experimental. Y es que el ser humano no puede sustraerse
a esa luz interna que lo guía a reconocer en su universo, lo bueno, lo
verdadero y lo bello, características que usualmente acompañan a la poesía
amorosa.También la violencia, en todas sus variables, ha incidido en
situaciones de amor que podríamos llamar enfermizas; algunos de los poemas
incluidos reflejan esta dramática realidad.Por ultimo, el número de páginas
acordado no permitió la presencia
de otros poemas seleccionados, entre los cuales, el primero en excluirse
fue el suyo.
Mientras leía el material, pensaba que estos dos
tomos marcarían una diferencia en relación a otras importantes antologías
hechas por escritores e investigadores, que nos han permitido conocer aspectos
desconocidos de nuestra producción literaria.
II
Desde antes del siglo XIX, y me refiero a
Occidente, las condiciones históricas, económicas y sociales dieron un vuelco a
lo cultural, y naturalmente, a las manifestaciones artísticas; el realismo,
-antecedido por el romanticismo- produjo novelas de valor universal como las de
Balzac, Dostoiesky, Benito Pérez Galdós… y fue caminando al realismo sicológico
y al naturalismo, ayudado por los descubrimientos científicos, -que ya habían
protagonizado la Ilustración convirtiéndose en la tónica del movimiento neoclásico-
y por la Revolución Industrial que inició en Inglaterra en el siglo XVII y
alcanzó gran parte del XIX.
Ya en el siglo XX, otros acontecimientos políticos
conllevarían cambios radicales en la forma de ver la vida: la Revolución rusa
que logra el derrocamiento de los zares en 1917, y la subida al poder del
gobierno comunista que lideraba Lenin.Antes, en 1914, se había desatado
-básicamente en territorio europeo- la Primera Guerra Mundial que duró cuatro
años y que vino a completar el panorama revuelto que presentaba el siglo XX.
A finales del siglo XIX, la poesía había sufrido un
cambio significativo con el movimiento simbolista. El simbolismo se proclamaba
«enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la
descripción objetiva».1 La musicalidad de las palabras, y hasta
asociaciones de las vocales con el color, eran valores que trabajaron los
franceses Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, Paul Verlaine… Ellos sostenían que el mundo
debía ser visto como un misterio y sólo a base de símbolos podíamos percibirlo.
Cansados del gran movimiento que les precedía -el
realismo-, los juegos de sonidos y palabras, la inclusión de gráficos en el
texto, eran parte de las nuevas propuestas de los poetas que agruparon a europeos y latinoamericanos como los ya
mencionados, y a Rubén Darío-nicaragüense-, Vicente Huidobro –chileno-, el llamado “cholo universal”, César
Vallejo –peruano-, Pablo Neruda –chileno-, Tristán Tzara -rumano-… coincidiendo muchos con el simbolismo y
más tarde con los llamados “ismos” de las vanguardias.
En 1888, Rubén Darío publica Azul que inicia el Modernismo 2
latinoamericano mediante un manejo espectacular de la versificación. Influido
por los simbolistas- especialmente por Verlaine, Darío mantiene un espíritu
romántico y exótico que
juega con distintas métricas y la musicalidad en
sus poemas creando y adaptando de otras lenguas distintos tipos de
versificación. Su influencia en la poesía de habla hispana fue determinante.
Mientras tanto, la producción poética dominicana,
que durante largo tiempo siguió en la forma a los movimientos y autores del
Viejo Continente, comenzaba a buscar sus propios temas y modos.
1.Manifiesto del Simbolismo. Jean Moréas, 1886. www.cervantesvirtual.com
2.El
término Modernismo también se aplica a la literatura a partir del Renacimiento
y a la producción vanguardista que se trabaja a principios de siglo XX, y que
tamién se denomina arte contemporáneo.
Al igual que para los latinoamericanos, para los
dominicanos, el siglo XIX fue un siglo de revueltas y revoluciones. En
Dominicana hubo tres independencias: la primera en 1821, llamada Efímera,
porque apenas duró dos meses; la Independencia nacional en 1844 contra Haití,
que logró sus propósitos; y las Guerras de Restauración -1830-1865- en contra
de la Anexión a España realizada por Santana en 1861.
Los que escribieron durante ese medio siglo, nos
dejaron poemas libertarios y obras de teatro que perseguían formar conciencia
en los ciudadanos, haciendo la literatura que demandaba la época. Destacan
junto a otros cuyos estilos caminaban entre el neoclasicismo y el romanticismo:
la poesía de Félix María del Monte -de alto contenido nacionalista- cuyo
trabajo incluye la letra del Himno Nacional; y la prosa de Javier Angulo Guridi
con su novela -La Fantasma de Higüey-.
En nuestro país surge una literatura a tomar en
cuenta después de terminadas las Guerras de Restauración en 1865. En ese periodo –segunda mitad del
Siglo XIX- es cuando realmente podemos hablar de poesía como parte de nuestra
literatura, pues se reporta un renacer en todos los órdenes que alcanza las
artes, y que por lo importante de sus dimensiones y de su calidad, se vino a
llamar Renacimiento Dominicano. Figuras
literarias cumbres de esa época fueron Salomé Ureña, poeta y educadora; Manuel
de Jesús Galván, novelista; Gastón F. Deligne,poeta; César Nicolás Penson,
narrador; José Joaquín Pérez,poeta,entre otros.
Este brillante punto de partida de nuestra
producción literaria que fluctúa entre el racionalismo neoclásico y la libertad
imaginativa de los románticos, va caminando, a principios del siglo XX, hacia
el realismo -Gastón F. Deligne-, simbolismo -Altagracia Saviñón- trabajando
igualmente el Modernismo de Rubén Darío -Osvaldo Bazil, Fabio Fiallo…-. En la
década de 1920, Vigil Díaz introduce el verso libre en la poesía dominicana con
la publicación, en 1927, del poema Arabesco. Díaz crea un movimiento al que
llamó Vedrinismo que aborda las hechuras de vanguardia, creando sus propias palabras y sólo
tomando en cuenta la sonoridad y el ritmo; a estos versos los llamó
jitanjáforas; en ellos intentaba hacer
las piruetas que realizaba el aviador francés Jules Vedrines. El Vedrinismo tuvo un solo seguidor
–Zacarías Espinal-. Es bueno destacar que el mérito de ser el primer
versolibrista lo ha compartido Vigil Díaz con Domingo Moreno Jimenes, creador
del Postumismo, quien por la misma época comenzaba a publicar versos libres.
En 1916 se llevó a cabo la primera Intervención
Norteamericana en territorio nacional, que duró ocho años (1916-1924). Entre los
más opuestos a la ocupación se encontraron artistas y escritores. Los
sentimientos antinorteamericanos reforzaron la influencia europea en la cultura
dominicana.
La modernidad como vanguardia, que introdujo el
verso libre, tuvo sus frutos en
los miembros del Postumismo –fundado en 1921-, al que pertenecieron destacados
escritores de la época, como Andrés Avelino y Rafael Augusto Zorrilla, y cuyo
postulado enfatizaba el protagonismo del hombre y la tierra dominicanos,
trabajados dentro del realismo.
Estas producciones poéticas abarcaron la década de
1930, cuando inició el gobierno de Rafael Trujillo -1930-, promoviendo el
nacionalismo y el valor de lo dominicano, tendencia que llevó al dictador a
crear la moneda dominicana, y a pagar la deuda con Estados Unidos en la que se
cedían las aduanas dominicanas. El nacionalismo enfermizo del dictador, y su
rechazo a la raza negra -no exento de los postulados nazis que ya se propagaban
en el Viejo Continente-, llevó a Trujillo a ordenar la matanza de haitianos que
estuvieran en territorio dominicano, en 1937.
Todo este acontecer conmovió la mentalidad de los
dominicanos y especialmente de los escritores, que burlando la persecución del
régimen se enteraban de los movimientos que surgían en Europa y tomaban
partido. Entre estos escritores hay que mencionar a Rubén Suro, poeta vegano que en 1936, fundó el grupo Los Nuevos. En 1939 Los
Nuevos publicaron una revista con el mismo nombre en la que incluyeron su declaración
de principios. Trabajaban poesía social y negroide, y debido a la represión de
la dictadura, se disolvieron.
Otro grupo que no estuvo ligado entre ellos y al
que se ha llamado Los Independientes del 40, coincidieron en sus puntos de
vista sobre la explotación del hombre y la injusticia social. Pedro Mir, Héctor
Incháustegui Cabral, Manuel del Cabral y Tomás Hernández Franco, escribieron
una poesía con tratamientos formales distintos, -algunos con inserciones en el
realismo- pero con similitudes en las preocupaciones que daban pie al poema. El
hombre pobre, el humilde, el explotado -Héctor Incháustegui Cabral-; el blanco
nórdico que se casa con la negra haitiana -Tomás Hernández Franco-; la
explotación de los ingenios que eran la principal forma productiva durante esos
años –Pedro Mir-; la exaltación del negro mediante una poesía rítmica llena de
imágenes de origen africano –Manuel del Cabral-; constituyen el pulso de una
década de reforzamiento de la dictadura, donde cada vez más se ponían en
práctica decisiones extremas. Unos fueron diplomáticos y Pedro Mir se fue al
exilio político Nunca estuvieron juntos ni formaron un movimiento, pero sus
obras los unen al proyectar una misma preocupación por el ser humano, con
niveles maestros.
Durante la década de 1940 se
lleva a cabo un fuerte movimiento migratorio proveniente de Europa, provocado por la Segunda Guerra Mundial
-1939-1945- y la Guerra Civil Española -1936-1939-. Los primeros grupos
llegaron al país en 1939, cuando ya se había efectuado la matanza de los
haitianos (1937) ordenada por Trujillo.
Muchos de los españoles y europeos traídos como agricultores para crear
una barrera territorial y racial, resultaron ser artistas e intelectuales y,
paradójicamente, ellos refuerzan la conciencia de los dominicanos - que ya
conocían la modernidad por viajes realizados a Estados Unidos y Europa- sobre
la calidad y actualidad artística del componente negro. La década de 1940, acrecentó su
dinámica cultural con las visitas de André Bretón (1896-1966), cabeza del
movimiento surrealista europeo, en 1941 y 1946.
También en la década del 40 se crea el movimiento que muchos
consideran de mayor trascendencia en la poesía dominicana: La Poesía
Sorprendida. Fundada en 1943, año en que sale a la luz la revista con el mismo nombre, el movimiento proponía “poesía con el
hombre universal”. Entre sus miembros más destacados, la mayoría
antitrujillistas, se encuentran Franklyn Mieses Burgos con una obra
neoconceptista y metafísica; Freddy Gatón Arce, surrealista y primer cultor del
automatismo en República Dominicana; Manuel Rueda, quien introduce en la poesía
dominicana la figura del rayano –hombre que vive en la frontera y asume las dos
culturas-; Aída Cartagena, con una poesía casi prosa sostenida por imágenes
desgarradas de soledad e injusticia... La revista, que duró hasta 1947, año en
que expira el Movimiento, contó con colaboradores de renombre internacional
entre los que se encontraban André Bretón, Francisco Matos Paoli
–puertorriqueño-, José Lezama Lima –cubano-. 3
3 Fueron miembros
de La Poesía Sorprendida: Alberto Baeza Flores –chileno- y Eugenio Fernández
Granell-poeta, pintor y músico español
Tras la Poesía Sorprendida surgió
-en 1948- un grupo denominado la Generación del 48. Dos puntos de confluencia
entre sus miembros eran: influencia de La Poesía Sorprendida y que todos
publicaban en el Suplemento del periódico El Caribe, por lo que la periodista
domínico-española María Ugarte, les propuso que formaran un grupo. Miembros sobresalientes fueron:
Lupo Hernández Rueda, Luis Alfredo Torres, Máximo Avilés Blonda, Abelardo
Vicioso, Víctor Villegas, Ramón Cifré Navarro y otros, quienes trabajaron temas
sociales, clásicos y religiosos…
La poesía de los años de 1950,
fue escrita durante el período más sangriento de la dictadura de Trujillo. El
amor a la humanidad y el amor lírico personal, deudor del romanticismo, fue
cultivado por poetas opositores con imágenes sugerentes, en las que subyacía el
rechazo al régimen. En esos años surgen dos nombres independientes que luego se
unirían a la llamada Generación del 60: Marcio Veloz Magiollo y Ramón Francisco
No es hasta el 30 de mayo de
1961, cuando el ajusticiamiento del dictador Rafael Trujillo abre las
compuertas para que la población gritara sus verdades y los poetas escribieran
las suyas. A nivel internacional la participacion de los Estados Unidos en la
Guerra de Viet Nam (1964) provoca movilizaciones de protesta en todas partes
del mundo. Igualmente, el Movimiento Feminista crece y se refuerza. Es en este contexto en que surge La
Generación del 60.
Numerosas agrupaciones de
escritores y artistas emergen durante esa década
clave en la historia dominicana y podemos afirmar que son ellos quienes, a
través de una actitud desacralizante y experimental, crean la zapata para los
movimientos literarios que se desarrollan en las tres últimas décadas del siglo
XX.
La vieja lucha por
definir una identidad cambiante edificada en el trasiego y la disidencia, había
presentado como objetivos territorio, raza, dictadura, trópico, magia… creando
una amalgama que produjo trabajos diferenciadores, tratando de unificar los
lenguajes universales con el sincretismo blanco-negro que subyacía en nuestras
conformaciones y en nuestras respuestas culturales como conglomerado social
entroncado en el Caribe. En la década de 1960 el concepto de identidad asume la
militancia política e ideológica.
Al momento de la muerte de Trujillo (1961) el país
presentaba una mentalidad general que podríamos definir como desinformada. La decapitación del régimen, sacó a
flote toda esa subyacencia que mantenía viva la esperanza en una sociedad ávida
de justicia.
Ese proceso de conciencia y cambio se reflejó en la
producción artística y literaria. Publicaciones como Brigadas dominicanas
(1961-1962) dirigida por Aída Cartagena, miembro de La Poesía Sorprendida; La
Revista Testimonio (1964-1967) dirigida por Lupo Hernández Rueda, Ramón Cifré
Navarro, Alberto Peña Lebrón y Luis Alfredo Torres, miembros de la Generación del 48. Grupos como la Generación
del 60, Arte y Liberación, La Antorcha, La Isla, El Puño… surgen a lo largo de
unos años que atravesaron el ajusticiamiento de Trujillo (1961): la elección de
Juan Bosch como presidente constitucional (1962); su posterior derrocamiento
por golpe de estado, a los siete meses de haber subido al poder (1963); la Revolución de Abril en 1965, y casi
de inmediato la Segunda Intervención Norteamericana en el país (28 de
abril,1965), enmarcando un período de movilizaciones, protestas, luchas y
conquistas sociales a las que se integran los artistas.
Se crean grupos multidisciplinarios -Arte y
Liberación, 1962, promovido por Silvano Lora (1931-2003)- con escritores,
músicos, pintores, cuyos trabajos se definían por el carácter efímero de un
país en Guerra.
Miguel Alfonseca, Jacques Viau, Jeannette Miller, René del Risco, escritores; José
Ramírez Conde -Condecito-, Norberto Santana, José Cestero, Ramón Oviedo,
pintores; Oscar Luis Valdez Mena, músico… y muchos más, leían sus poemas en las plazas
públicas y en los sindicatos, enfrentaban las bombas y los ametrallamientos con
palabras y cuadros, con canciones, murales y pancartas que exaltaban a un ser
humano no sólo redimido de la opresión de la dictadura, sino en la búsqueda de
mejores condiciones de vida para
los desposeídos. Dos
escritores de la década de 1950,
-Marcio Veloz Maggiollo (1936) y Ramón Francisco (1929)- se integran a esta dinámica. Lorca, Neruda, Evtuchenko, Roque Dalton, Pedro Mir,
Walt Whitman… eran modelos a
seguir.
Entre los aportes de la Generación del 60 al
lenguaje poético, destaca el uso del collage.
El escritor chileno Baeza Flores afirma: “El aporte del collage a la lírica
Dominicana es un recurso visual-emocional, mental-sugeridor de que se valen
algunos de estos poetas para mostrar una realidad determinada... Collage es una palabra francesa que
significa encoladura. Si aplicamos la idea de collage a un poema,
queremos significar con ello que se trata de ‘pegar’ algo en el poema, algo que
está ‘recortado de otra cosa’ - digamos en este caso: tomado o desprendido de
la propaganda comercial- y que ‘pegamos’, agregamos en el poema para ofrecer un
contraste con otros elementos líricos; para darle una dimensión con un añadido
‘de una realidad distinta’. Y el uso del collage
nos lleva al cubismo como pintura, pues es desde el cubismo que nace la idea de
‘pegar’ o ‘encolar’ diversos elementos ...”
“Los poetas de 1960 que aplican y
representan -e inventan- el collage en la poesía dominicana son Juan José
Ayuso, Jeannette Miller y Grey Coiscou. Y en la promoción de los poetas de
1965, Héctor Díaz Polanco y Enriquillo Sánchez...” 4 preambulando lo que luego sería un
planteamiento mucho más amplio y de sólida base conceptual: el Pluralismo,
movimiento que surgió en 1974, liderado por Manuel Rueda (1921- ), y que proponía la hechura de
textos contemporáneos 5, basados en la integración de múltiples disciplinas
(pintura, música, etc.).
Igualmente, los escritores de la
Generación del 60 refuerzan la angustia existencial con la ciudad como tema en
sus poemas, cuentos y novelas: poemas sueltos de Miguel Alfonseca publicados en
el periódico El Nacional en 1967; El
viento frío (1967) de René del Risco; La ciudad en
nosotros (1972), de Rafael Añez Bergés; Fórmulas para combatir el miedo (1972)
de Jeannette Miller…
Entre los grupos que surgen después de 1965,
también llamados Poetas de Post-Guerra, se destacan, Norberto James, Mateo
Morrison, Soledad Álvarez, Tony Raful, Andrés L. Mateo, Federico Jóvine
Bermúdez, la mayoría pertenecientes a La Antorcha, y otros independientes como
Díaz Polanco y Enriquillo Sánchez.
4.
Ver Alberto Baeza Flores. Los Poetas Dominicanos del 1965: una generación
importante y distinta. Colección Orfeo. Biblioteca Nacional. Santo Domingo,
República Dominicana.1985. Páginas 244, 245 y 246.
5. Aplicamos el termino poesía
contemporánea de República Dominicana a la producción que se realiza
a partir de la década de 1950-60 trabajando corrientes como el cosmopolitismo,
el neorrealismo existencial, el experimentalismo, el contextualismo, etc. replanteando y redimensionando muchas
de ellas.
La ascensión de Joaquín Balaguer -colaborador de la
dictadura de Trujillo- a la presidencia de la República en 1966, actúa como un
balde de agua fría. Los escritores, especialmente los poetas, trabajan cada vez
más. un enfoque existencial donde la sensación aplastante de la derrota marca
los estilos. Los del 60 también escriben en la década del setenta, una década
de tránsito marcada por la inseguridad y la persecución.
En 1978, gana las elecciones el PRD, partido de
vieja tradición oposicionista y gran arraigo popular, abriendo un período de
verdaderas libertades (1978-1986) que se proyecta en la obra de los escritores.
Además de los poetas que venían de la década del 60, aparecen dos voces
inaplazables en la poesía de los años 70: Cayo Claudio Espinal y José Enrique García. Los dos se
dieron a conocer por haber obtenido el prestigioso Premio Siboney de Poesía
(1978): Espinal con el libro de poemas Banquetes de Aflicción (1978 y García,
con El Fabulador (1979).
Espinal, -creador del Movimiento Contextualista-
replantea las hechuras de los simbolistas no sólo en la disposición de sus
versos, sino en la manera de trabajar los contenidos. José Enrique Gacía, elabora
la imagen del hombre dominicano con proyección
universal.
En los ochenta, el
rigor de la forma como punto de partida, agrupa a jóvenes poetas como José
Mármol, Plinio Chahín, Dionisio de Jesús, Adrián Javier…entre otros, grupo que
se ha venido llamando la Generación del 80. La mayoría procedentes del Taller
César Vallejo –fundado en 1979 por Mateo Morrison-, presentan un marcado
interés por la cultura universal y por el cuidado en la escritura del poema.
Mármol y Chahín incursionan en el poema filosófico.
La década de 1980
trae nuevos elementos que ayudan a ese tipo de producción: a nivel nacional,
permanece durante ocho años (1978-1986) el Gobierno del PRD que no ataba la
expresión de los individuos; a nivel internacional el surgimiento del mundo
digital representado por la computadora y la televisión por cable, servían de
elementos poderosamente alienantes, aunque ponían el mundo a disposición del
usuario.
Sumamente importante es la inclusión de
la mujer dentro del contexto cultural.
A principios de la década de 1980 se
forma el Círculo de Mujeres Poetas encabezado por Scherezada (Chiqui) Vicioso, Carmen Imbert Brugal, Sabrina Román, Dulce Ureña y
otras, que emergían con una poesía donde la discriminación de la mujer o el
tema erótico prevalecían. Este grupo estimuló la salida a la luz, durante los
años posteriores, de escritoras independientes de gran calidad como como Martha
Rivera, Ylonka Nacidit Perdomo, Ángela Hernández, Irene Santos, Aurora Arias…
quienes, además de poesía, incursionaban en la narrativa y el ensayo.
El cambio de siglo que afecta la década
de 1990, trae el gobierno del PLD (1996), un partido demócrata y liberal
fundado por Juan Bosch en 1973, que se distinguía por la capacidad de sus
miembros. La década del 90 incluye la producción de muchos escritores de los
ochenta y nombres emergentes como Homero Pumarol, José Acosta, Basilio Belliard, Pedro Antonio Valdez, León
Félix Batista, etc. Algunos
se fueron a Estados Unidos donde estudiaron en universidades y resultaron ser
docentes en las mismas. Otros regresaron a su país, y los que han permanecido
fuera, forman parte de lo que se ha denominado literatura de la diáspora.
En lo que va del siglo XXI, el internet, los teléfonos
inteligentes, los drones, la globalización… apabullan la capacidad de
enjuiciamiento y selección. Pero, muchos hombres y mujeres inteligentes y sensibles, han sabido
dar respuesta a la alienación galopante del mundo digital, cada vez más
sofisticado y opresivo, que nos lobotomiza con las guerras petroleras, los
carteles de drogas, las multitudes migrantes que buscan dónde poder respirar,
la corrupción flagrante a todos los niveles, el tráfico de personas,
-especialmente niños- para prostitución o venta en el mercado de órganos… y
así, una larga lista de cosas innombrables e inconcebibles que dibujan el
rostro de esta época.
Sinembargo, como una pequeña flor en medio del fango, la mente del poeta
busca la manera de renombrar el mundo a su manera, creándolo de nuevo, edificando
el amor de forma distinta y por lo tanto, sobreviviente.
Frank Báez, Néstor Rodríguez, Ariadna
Vásquez, Rosa Silverio, entre otros muchos… construyen una poesía que cuestiona
el momento que viven.
Con sus trabajos, ellos afirman que
el hombre no es un número sin rostro, un consumidor pasivo, manipulable y
dirigido, un robot diseñado para vivir en perversión y muerte…
Ellos escriben al ritmo de un pálpito
amoroso, disidente, que abre caminos de luz, rompiendo la oscuridad en que quieren hundirnos. (que nos
encierra)
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Bettini Emanuele.
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Santo Domingo en el Siglo XX.Colección Arte y Sociedad No.19. Editora
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Domingo, República Dominicana. Sin fecha.
www.cervantesvirtual.com
www. ecritoresdominicanos.com
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